Canteli y Llamazares se quieren
La política española desde la entrada en escena de los desarrapados niñatos de la extrema izquierda nos ha ido acostumbrando, diariamente, a todo tipo de engarradiellas a las que no estábamos acostumbrados. La política municipal, sin embargo, nos depara un panorama mucho más cercano y comprensible en el que dos políticos muy distanciados ideológicamente pueden converger cuando el sentido común antecede a todo lo demás.
Es el caso del alcalde de Oviedo, Alfredo Canteli, y el comunista Gaspar Llamazares. El segundo está de vuelta, peina muchas canas y eso le confiere un plus de serenidad a la hora de buscar, exclusivamente, la mejora de los ciudadanos a los que tiene que servir. Por soldada no queda: 52.000 anuales.
En el medio, el socialista Carlos Llaneza (otros 52.000), que no parece ver Oviedo más allá del Naranco, y que permanece anclado en el desacuerdo permanente por aquello de no quedar estigmatizado por la derechona ovetense. Llegar a afirmar (tal y como Llaneza acaba de hacer) que Canteli debería seguir el ejemplo del presidente Joe Biden, cuyas facultades mentales evidencian en público una merma considerable, no deja de ser por parte del concejal socialista ovetense una comparación tan falsa como repugnante y despreciable, por la que además habría que exigirle rectificación pública.
El alcalde Canteli, que ni viene de la política ni vive de ella (percibe el sueldo de su pensión), se empeña en llegar a acuerdos más allá de su ideología (ni siquiera es militante del Partido Popular), en pro de la ciudad a la que representa. Y todo parece indicar, además, que su capacidad de gestión va mucho más allá de la politiquería de bajura en la que permanece el supuesto jefe de la oposición municipal socialista, Carlos Llaneza. Más pronto que tarde a este concejal "hay que llevalu a que beba del cañu del Fontán", lo tiene muy cerca.
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