Un sitio en el autobús
Me gusta viajar en autobús. Desde que pertenezco al régimen general de autónomos, cualquier cosa que puedan hacer por mí es un lujo. Y una de ellas es que me lleven a mi destino.
Cuando subo al autobús, tras pasar la tarjeta ciudadana, echo una visual para buscar un sitio libre. Entre una mayoría de estudiantes y personas mayores encuentro un sitio libre. Pero ¡ojo! No es accesible. Otro viajero, que entiendo ha pagado el mismo billete que yo, bloquea el sitio, sentándose en el asiento del pasillo y dejando el de la ventana libre, pero sin acceso. Esta declaración de distancias me intimida, pero hoy tengo un viaje de punta a punta de Gijón, así que le pido paso educadamente, aguanto su gesto perdonavidas y al fin me siento.
Todos tenemos un sitio en el autobús, y si quieres viajar solo, puedes coger un taxi. No hagas que el resto vayamos de pie. Y es que al final, si ves una injusticia por pequeña que sea, no puedes dejarte intimidar, actúa, no dejemos que las personas hagan un mal uso de los servicios públicos por pura glotonería.
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