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Ingenuidad y asombro: regla de tres simple directa

5 de Noviembre del 2024 - Marino Iglesias Pidal (Gijón)

No tengo duda al respecto. Me parece de lógica absoluta. A mayor ingenuidad, mayor asombro.

Siempre he pecado de ingenuo. De manera que muy bien podría decirse que tengo una innata inclinación a la ojiplática reacción.

Mi uso de la tele digamos que no es el propio. Muy difícil, pasan meses, hasta años se podría decir, sin que me conecte con los canales nacionales. Mi tele es mi forma de navegar por internet.

Estos días, queriendo y sin querer, el mayor tiempo de visión lo dedico, claro, a la conmocionante tragedia de Valencia.

Es lo que, reiteradamente, mi ingenuidad hace evidente. No salgo de mi asombro. De oca a oca y ojiplático porque me toca.

Por supuesto. Siendo el único inteligente, se supone, el ser humano, pues, lógicamente, es la única especie capaz de ejercer la maldad consciente. Las "maldades" que achacamos al resto de animales no son sino reacciones instintivas a sus innatas necesidades. Esta es una cuestión elemental que, por supuesto, no he necesitado llegar a viejo para llegar a comprender.

Con esto quiero decir que para nada asombrarme sobre la maldad innata del bicho humano. Lo que sí me asombra es ¡su magnitud infinita! Que, para mí, se pone de manifiesto una y otra vez en los vídeos que genera el desastre ¡nacional! que tiene lugar en Valencia. La conducta de los poderes que gobiernan la nación es... pues no sé... Para mí, la RAE tiene que incorporar un vocablo de nuevo cuño que califique esta maldad incalificable. Una maldad que, desde todos los ámbitos en que puede ejercerse sobre el pueblo español, está sometida al dictado de ¡un único dictador!

Cómo puede ser. Yo me tomaba a coña lo de las féminas americanas considerándolo el Superman español. Pero, visto lo visto, solo me causa risa el 50% de la apreciación, pues el artista no creo que pueda parar con el pecho un tren a toda pastilla, por ejemplo. ¡Coño! Ojalá se le ocurriera intentarlo. Pero no. No creo. Sin embargo, digo que, pienso que, una mitad supermanesca sí que puede tener. Me refiero no a la cuestión física, pero no desdeño para nada su poder mental. ¿Cómo ¡un solo individuo! ejerciendo la maldad absoluta ¡en todas sus manifestaciones!, a cara de perro, puede tener sometidos a cincuenta millones de personas que poblamos esta nación?

Bufff... La verdad es que yo... Este asunto de Dios... Y ¡hasta ahora! Lo mismo que lo de Satanás, pero ¡hosti! Con lo de Satanás, encarnado, empieza a tener mis dudas.

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