El triunfo de Calibán
"¡Miranda preferirá siempre a Ariel!", escribía Rubén Darío en 1898. Y todavía Miranda sigue prefiriendo a Ariel. Miranda se ha encargado durante meses de defender a su particular Ariel racializada, presumiblemente progresista y, por supuesto, mujer, frente a los ataques de un despiadado Calibán ridículamente bronceado, presumiblemente fascista y, por supuesto, hombre.
A Miranda le encanta el cosmopolitalismo universitario y, en cambio, odia el conservadurismo rural, pese a que en su mundo maravilloso la fruta se haya convertido en un artículo de lujo y la obesidad afecte a un 20% de los adultos. Y es que quizás el mundo de Miranda ha cambiado, o puede que nunca haya existido. Puede que los tiempos de "Born in the U.S.A." y de "la tierra de las oportunidades" solo fueran una triquiñuela de Próspero para hacernos creer que existía una Ariel. Y puede que, a fin de cuentas, solo exista Calibán.
Podrá cambiar de nombre, se podrá apellidar Washington, Jackson, Grant, Kennedy, Reagan, Harris o Trump. Podrá ser blanco, afroamericano o indio, hombre o mujer, pero los búfalos de diente de plata siempre estarán ahí.
Otra vez, el mamotreto ha vencido, ¿y qué? Ocupémonos de lo importante. Salvemos a nuestra verdadera Ariel, a nuestra patria, y que le den a Calibán.
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