Lo que nos salva
Cuando ocurren sucesos como esta dana, lo más fácil es caer en la desesperanza por un sistema que no funciona como debiera. Y sí, somos nosotros los que democráticamente elegimos ese sistema y, aun así, no es reflejo de la sociedad española.
La política actual, y digo política porque ya ni siquiera es reducible a partidos políticos, se ha convertido en un juego que poco tiene que ver con lo que verdaderamente pasa; un juego de ganar votos, de estar en el lado "bueno" de la historia, de insultos y ataques recíprocos, pasando el problema de un lado al otro.
Sinceramente, creo que no nos importa tanto de quién es el problema como el qué se hace para solventar el problema. Nos da igual todo el juego político; es más, nos pone furiosos que ese sea el discurso de la tragedia. El verdadero discurso radica en que las cosas no se han hecho bien, y el foco debería estar en cómo esto no puede volver a pasar, o por lo menos no de esta manera.
Y aunque, como he dicho, somos nosotros quienes los hemos elegido, no nos representan. No nos representan porque en la desesperanza, en la tragedia, la sociedad no juega a juegos, la sociedad sale a la calle, coge palas, tractores, coge lo que haga falta para ayudar a sus conciudadanos. Le da igual todo lo demás, porque en una tragedia así lo importante son las personas.
Por esto y por todo lo que hemos vivido y visto, yo decido no caer en la desesperanza, yo decido tener esperanza en que, pese a cómo se han gestionado las cosas, la humanidad, el amor, la empatía y la compasión prevalezcan. Y eso es lo que salva a las personas.
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