Nos quedamos sin ancianas
Nos quedamos sin personas ancianas, que existen, pero no las queremos ver ni nombrar. Las llamamos "personas mayores" o "adultos mayores". Como si la definición de anciano o anciana excluyese la condición de persona. ¿Qué tiene de ofensivo utilizar el término anciano o anciana?
Y es que entiendo que, si utilizamos un eufemismo, es que algo socialmente incómodo debe de tener la palabra. Y si pensamos que lo hacemos como práctica de lenguaje inclusivo desde la perspectiva de género, tendríamos que hacer lo mismo con los niños y las niñas, ¿y decimos, acaso, persona infantil?
Es curioso cómo utilizamos el lenguaje para transformar nuestra realidad, una realidad donde hay niños, jóvenes, mayores pero no ancianos. Y lo cierto es que ni tener juventud es un valor intrínseco de la persona, ni ser anciana es un defecto.
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