Recibos con aditivos
Desde que se inventó la luz eléctrica la crítica a la ininteligibilidad de los recibos de las compañías ha sido proverbial. Pero esa crítica podría extenderse a otros recibos similares como el que tengo ahora en mis manos, el recibo del agua que nos hace llegar bimensualmente el Ayuntamiento de Siero, o el de la cesta de la compra con su intríngulis impositivo de los diferentes productos, por no hablar de la "información" que acompaña al etiquetado de los mismos sobre sus supuestos componentes benéficos tanto para la salud corporal como para la del medio ambiente. Todo ello con el único fin de engordar un poco más su elevado precio y hacerlo más "comprensible" para el cliente. Al fin, dado que no podemos eludir nuestra condición de consumidores para satisfacer nuestras necesidades básicas (o no tanto), tanto nos da que los recibos vengan acompañados de información o no, pero al menos sería de desear que esa información fuera medianamente inteligible, por un mínimo respeto al sufrido y pagano ciudadano.
Por referirme en concreto al recibo del agua del Ayuntamiento de Siero, dispone el tal documento de un hermoso espacio en su envés que muy bien podría ser utilizado por los burócratas que lo han confeccionado para explicarnos en qué consisten exactamente los aditivos a los que denominan cánones. El hecho es que, por obra y gracia de esos famosos cánones, los recibos del agua, que con el actual regidor consistorial pasaron de ser trimestrales a bimensuales, no solo no han disminuido su importe, sino todo lo contrario. De los cinco títulos que componen el recibo, solamente consigo entender los dos primeros: el precio de la recogida de basura y el del agua consumida. El tercero reza así: "Alcantarillado con contador doméstico". ¿Quiere esto decir que seis veces al año tenemos que pagar un trozo de tubería del saneamiento? ¿Y que esa tubería cuenta con un contador superinteligente que lleva la contabilidad de los cacharros que fregamos durante dos meses y de las veces que tiramos de la cadena? Los dos últimos títulos son dos cánones denominados de uso fijo y uso variable. Pero ese uso -le llamen como le llamen- ya se halla implícito en el título segundo del recibo, pues, si se consume agua, fijo que es con la idea de darle algún uso, y no para dejarla que se vaya directamente del grifo al sumidero. Y si ya en el título segundo hemos pagado el consumo, es como si el uso estuviera penalizado. Lo de uso "variable" resulta aún más enigmático, pues no creo que al Ayuntamiento deba importarle demasiado que se use el bidé o que se use el fregadero.
Según noticias recientes, el imponderable regidor de Siero, portador de la etiqueta "socialista", anda negociando la privatización del agua. Es sencillamente inaudito que un recurso natural de primerísima necesidad para la vida de la población caiga en manos privadas para convertirse en objeto de especulación. Ese recurso debería estar declarado bien estratégico fundamental, disponible para hacer frente a situaciones de emergencia (cada vez más frecuentes) como la de la actual catástrofe valenciana. Es verdaderamente patético (sin que deje de ser solidario) ver una caravana de ciudadanos portando botellas de agua adquiridas en el supermercado para socorrer a las víctimas de la tragedia, cuando esa agua y los propios manantiales de los que procede deberían estar desde el primer instante a disposición de los damnificados. Por lo visto, el alcalde de Siero no lo ve así. Esa será su errática forma de entender la "innovación". Me pregunto si no será otra lección aprendida en su oficioso viaje de antaño al país más odioso de todo Oriente Medio. Tal vez.
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