Así somos, así nos ven
Nos enfrentamos a una epidemia de proporciones históricas, y el contagio que se está extendiendo como un reguero de pólvora por un motivo u otro, por culpa de uno u otro, está convirtiendo a las comunidades en campos de batalla y enfrentando a los españoles entre sí.
Están, estamos, hartos, furiosos y asqueados. Y ese hartazgo, esa furia y ese asco llevan tras de sí una inmensa sensación de orfandad y de pena.
Un cóctel explosivo de miedo, paranoia e intolerancia ha transformado a vecinos nuestros, gente apacible, en fanáticos beligerantes.
Vecinos nuestros, desesperados, incluso han agredido a los Reyes. Nosotros, vecinos de nuestros vecinos, por extensión, hemos agredido a los Reyes.
Esta plaga que se ha extendido como un reguero de pólvora es una potente mezcla de miedo sumada a dosis malsanas de paranoia e intolerancia, características trágicas de la España guerracivilista del 36. Así lo han visto:
CNN: "Felipe se mantuvo tranquilo y bajó su paraguas para escuchar a la gente, mientras la Policía intentaba controlar a los reunidos. La Reina Letizia también habló con los residentes furiosos y parecía visiblemente afectada, sosteniendo su cabeza entre las manos".
BBC: "Felipe VI decidió permanecer en la zona hablando con los afectados, lo que generó no solo insultos sino también agradecimientos a su visita por haberse acercado a reconfortar a las víctimas".
"The Wall Street Journal": "El Rey de España intenta calmar a la multitud enojada en Paiporta, una ciudad de la región de Valencia afectada por las inundaciones. Se enfrenta al barro y al lanzamiento de piedras para hablar con la gente mientras el presidente Sánchez y otros políticos parecen haber sido evacuados".
RTVE destaca que la lluvia de piedras, barro e insultos fue para recibir a los Reyes y Carlos Mazón. De vergüenza que ni mencione al Presidente, cuando el socialista fue en realidad el centro de casi todas las críticas.
Un Gobierno que ha demostrado ser de gatillo fácil a la hora de establecer estados de alarma (llevamos dos a las espaldas, y encima declarados inconstitucionales), en esta ocasión y disponiendo de medios suficientes, no lo ha visto conveniente.
Para liar más la madeja y "desafiar" las mentes más conspiranoicas, un superado Mazón denuncia que el Gobierno (Ministerio de Transición Ecológica de Teresa Ribera) desactivó tres veces la alerta de desbordamiento del barranco que provocó el desastre.
Regodearse de la irresponsabilidad ante una tragedia -"si necesitan ayuda, que la pidan"- y salir corriendo por sentirse acosado, cuando el Jefe de Estado está sufriendo las iras que él mismo provocó, resulta una indignidad.
Asegurar después, en rueda de prensa, que los airados vecinos, presa de la desesperación, eran unos "elementos marginales de extrema derecha" es una patraña indecente.
Con tanto fango, desidia y muerte, perdemos el oremus y así se nos olvida la UCO, se nos olvida Begoña, Ábalos, Tito Berni, las supuestas agresiones sexuales de Errejón, el acoso y sometimiento de los medios de comunicación, el fiscal general imputado por el Supremo, las inasumibles subidas de impuestos y hasta pasa de puntillas un inspector jefe de blanqueo de la Policía Nacional con 20 milloncejos de nada emparedados en su casa.
En un país de pícaros y estafadores... ¡tonto el último!
Pero recuerde: "Nadie puede aterrorizar a toda una nación, a menos que todos seamos sus cómplices". Edward R. Murrow, periodista de radiodifusión.
Saludos cordiales.
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