Filosofía kafkiana
En la producción escrita de Kafka, que nació en 1883 y murió en 1924, aparecen numerosas cuestiones que son filosóficas o metafísicas. Fue un escritor y abogado judío que, a través de su escritura, causó un profundo impacto en la literatura y en la filosofía de los siglos XX y XXI. Sus novelas y narraciones abordan temas como la alienación, la excesiva y aplastante burocracia, la culpa, el poder opresivo y la absurda lucha del individuo, en un mundo que realmente es incomprensible, azaroso y sin significado claro, ante las necesidades de los seres humanos. En realidad, lo que este gran escritor demanda es la humanización de la existencia. Ante el poder del Estado o del Gobierno, los sujetos se sienten dominados, en todas las facetas de sus vidas. Esto es la expresión de un existencialismo que se muestra en el surrealismo negativo, de numerosas situaciones vitales padecidas por los protagonistas de sus relatos. En obras como "El proceso", "La metamorfosis" o "El castillo", los lectores sienten y entienden lo kafkiano como una sensación de angustia y frustración o desesperanza frente a una realidad que no es entendible o racionalizable en su crudeza y sinsentido. El mismo Kafka fue influenciado por el nihilismo y el existencialismo y también por la tradición judía y el misticismo.
La existencia de cada sujeto, desde su perspectiva interpretativa, se enfrenta a un mundo absurdo por la falta de sentido. Además, los seres humanos luchan sin esperanza contra fuerzas externas e internas que parecen superiores a la potente capacidad de acción de las personas. La falta de lógica y propósito aparente, y también de comunicación real y efectiva, en los personajes de sus relatos es un ejemplo o una muestra de lo que sucede en la vida real, de la que Kafka era un gran observador. Es la manifestación de un universo caótico y hostil en el que las respuestas no se encuentran fácilmente, suponiendo que existan. Sus novelas son una aguda crítica a la sociedad de su tiempo. La burocracia despiadada y absurda produce una profunda deshumanización en los ciudadanos, y la crítica de Kafka alcanza también al sistema legal existente en su época, ya que, en vez de proteger, limita y oprime al individuo, porque es reducido a un simple número en un expediente. Esto sucedía a finales del siglo XIX y en las primeras décadas del siglo XX, en las que él vivió en Praga. Desde el planteamiento de este gran escritor, la burocracia se convierte en una especie de maquinaria impersonal que consume y descarta a los individuos sin ningún remordimiento. La alienación se plasma o materializa en forma de frustración e impotencia en los sujetos ante una autoridad que no rinde cuentas, lo que tiene como consecuencia que los personajes de sus novelas o relatos no pueden encontrar su lugar en el mundo.
Desde el enfoque de Kafka, la libertad humana lucha contra el absurdo. Parece que los esfuerzos de los seres humanos por encontrar sentido a sus decisiones se ven negados por el azar y el poder, como si existiera un determinismo, que es una especie de destino para cada personaje y que se cumplirá de forma inexorable e inevitable. Además, se percibe en la lectura de sus obras la incomunicación como algo ilógico, trágico y absurdo. Las barreras comunicativas que traza en las existencias de sus personajes son la manifestación de la incomprensión entre las personas y también en relación con el poder y las instituciones.
La libertad, para él, se opone al absurdo. Estoy convencido que Kafka no solo describe y analiza su época, sino también la nuestra. La culpa también es la expresión de una forma de vida condicionada por normas y expectativas draconianas y que no se entienden completamente, por su dureza y rigor excesivo. En sus escritos la crítica al poder político y burocrático se revela como deshumanizadora, impersonal, anónima y controladora, de modo absoluto. Es una visión del poder claramente pesimista.
En lo referido al estilo de la prosa kafkiana, es clara, precisa y económica. De este modo, refleja la absurdidad de la existencia de una forma contundente y a la vez densa y profunda, que deja a los lectores asombrados de la irracionalidad de las cosas y de numerosas situaciones vitales. El absurdo, para este escritor, forma parte de la realidad misma y es difícilmente superable. El estilo directo de Kafka describe lo que ocurre sin florituras ni adornos y sin juicios o interpretaciones, lo que produce un gran impacto emocional en sus lectores. Los entornos desconcertantes, al ser descritos con su estilo preciso, meticuloso y conciso, contribuyen, sin duda, a aumentar la sensación de desorientación y alienación en sus lectores. Además, Kafka escribe con un tono objetivo, neutro y distante, lo que incrementa el impacto emocional de lo que está relatando de un modo realmente extraordinario. Las situaciones extremadamente tensas o dolorosas que narra adquieren más fuerza en las mentes y en los sentimientos de sus lectores. Filosofa con su literatura.
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