Compartir el dolor de una pérdida
Entiendes la vida de una forma distinta tras experimentar la pérdida de un ser querido. De una forma que solo comprenden quienes han pasado por lo mismo. Con ellos no hay preguntas fuera de lugar ni tabúes: compartes el dolor y entiendes sus pensamientos sin siquiera cuestionarlos.
“Estas Navidades no me apetecen.”
Sabes que hay sillas vacías en la mesa.
“Justo hace un año del diagnóstico.”
Sabes lo que vino después.
“Solía ver esta saga de películas con mi padre.”
Y entiendes que ya no la volverá a ver o, si lo hace, será todo un desafío.
Las experiencias que ya no se repiten quedan atrapadas en los recuerdos. Y lo entiendes.
Hablar de la muerte no es agradable, pero liberar el dolor que provoca puede ser un verdadero alivio.
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