Resiliencia femenina
La reciente dana que golpeó Valencia dejó un paisaje desolador, pero también ha evidenciado la fortaleza y resiliencia de muchas mujeres que trabajan incansablemente en la limpieza de nuestras calles. Su ejemplo demuestra que no esperan ser reconocidas; avanzan porque pueden.
Mi vecina Paquita, de casi 80 años, cuida de su esposo, invidente, y afronta los achaques de su edad. Aun así, no dudó en tomar una manguera y un cepillo para limpiar el barro de nuestra calle, mostrando que la voluntad no entiende de edades, solo de tenacidad.
En unas viviendas sociales, tres jóvenes llegadas desde Segovia sacaron el barro endurecido con palas y una carretilla. Despejaron el paso sin ayuda ni agradecimiento alguno por parte de los vecinos, dejando claro que su compromiso no necesita aplausos.
Finalmente, dos mujeres alicantinas con trajes de protección blancos me ofrecieron su ayuda para arrastrar barro hasta una alcantarilla. Gracias a ellas, el trabajo se hizo más llevadero.
Estos gestos, realizados por mujeres de distintas edades y contextos, muestran el espíritu batallador que sobresale en las situaciones más difíciles, cuando lo único que importa es dar lo mejor por uno mismo y por los demás.
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