Y de pronto lo comprendí
Fue al leer a la Pajín sentenciando respecto al acuerdo sobre las pensiones: hemos vuelto a acordar los mejores cimientos del Estado de Bienestar para el futuro. Aquí me dije, no miente, pero se refugia insolente en la ambigüedad que impide ver su maldad, pues, lo obvio no necesita ser expresado, la realidad no muestra un futuro de bienestar, todo lo contrario, para los pensionistas, sino para ella y los que están en la misma conchupancia. Continua, muy pajiniana, que estas medidas darán: la tranquilidad frente a las adversidades no previstas, que se convierte en seguridad y confianza en un Estado que ha ido ampliando sus prestaciones. Estas frases sí muestran a cara de perro el corto intelecto que la lleva al yerro. Primero, pensar en las adversidades no previstas, ¡ni de coña! Porque te puede dar un yeyo. Y segundo, ¿quién coño va a pensar en las adversidades no previstas cuando, como es el caso, ya las de este momento nos están apretando el cuello y las sí previstas amenazan con dejarnos sin resuello definitivamente? Y por último, en lo que respecta a estás afirmaciones de la biempagada, sinceradas y adaptadas a la triste realidad presente, deberían de complementarse con, después de un Estado que ha ido ampliando sus prestaciones: para los miembros de ese Estado y todos que de él viven.
Fue entonces cuando me llegó la revelación de en base a qué El Oscuro elegía a sus ministros/as.
No cesaba de buscar respuesta. ¿Una ministra de Defensa a la que España se la suda? ¿Una ministra de Sanidad alienígena? ¿? ¡Ya sé! ¡Las/os somete a un ensayo de dureza! El rostro sobre el soporte del durómetro, y las/los que, en vez de acusar la huella en la mejilla, dejen huella en la punta del penetrador, ¡ministras/os!
O sea que, al final, lo de siempre, en esto de la política el caradurismo es un título con posgrado.
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