Todos al circo
Peppa Pig es una cerdita que, para aquellos que nunca han visto la serie, vive con su hermanito George (gran amante de los dinosaurios), su madre y su padre en una casita en lo alto de una colina. Por razones que no vienen al caso, he visto todos los episodios en los que esta graciosa, curiosona e imaginativa cerdita tiene siempre una actitud amable, generosa y optimista hacia el resto de los personajes con los que se relaciona. Peppa Pig ha tenido mucho éxito desde el principio y así lo demuestran los premios que ganó en 2005, 2011 y 2012 a la serie de mejor animación preescolar en Gran Bretaña.
Cuando la semana pasada oí en las noticias que, según la política de turno, la serie era un mal ejemplo porque no mostraba a mujeres en trabajos considerados típicos de hombres, palidecí de estupor.
Vamos a ver... en el episodio 34 de la tercera temporada, aparece Miss Rabbit conduciendo un helicóptero y rescatando al pobre Papá Pig que se había atascado en un gran charco de barro. Previamente habían avisado a los bomberos, cuya llamada atendió amablemente Miss Oveja, que en ese momento no pudo ir porque estaba rescatando a una infeliz tortuga en peligro.
Esta serie siempre me resultó muy divertida por la candidez y amabilidad de todos los personajes, quienes, al contrario que Winnie de Poo, no se quejan por tonterías ni buscan en la comida solución a sus frustraciones.
Veamos, señora secretaria de Transportes, ¿de verdad ha visto la serie o un día zappeando vio a un hipopótamo sosteniendo una señal de Stop y le cundió el pánico? ¿De verdad cree que su hija no va a ser nunca operaria de carreteras por la profunda huella que le dejó un dibujo animado cuando tenía 5 años?
No permita que su impresionable hija lea los cuantos de Grimm o de Andersen o vea películas de Disney antiguas. Y, cuidado, ¡que no vea "Forjado a fuego"!, a ver si un día quiere hacer una navaja y tiene demasiado interiorizado que solo los hombres recios, grandes y brutos son capaces de hacerlo.
Y tampoco le regale muñecas, ni camisetas rosas, ni lazos del pelo, aunque lo pida a gritos. Censure si es preciso la televisión, lo que lee y lo que escribe y pregunte en el colegio cómo son sus profesoras.
Y cuando sea mayor si puede escoger entre ir al circo (todos mis respetos a los circos del mundo) o asistir a un evento cultural único e irrepetible, por favor que no lo dude.
Lo primero, los payasos.
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