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A la memoria de José Fanjul, alias Chudi

31 de Enero del 2011 - Juan Sánchez Álvarez (Maracay (Venezuela))

Es día 27 de enero de 2011, son las 4 de la tarde en Venezuela (en España las 9,30), donde recibo telefónicamente la infausta noticia de que mi gran amigo Chudi ha muerto en Colunga. Saco la botella de whisky y me dispongo a echarme unos tragos; costumbre heredada en nuestro pueblo de La Felguera, que cuando bajábamos del cementerio de Pando, parábamos en cada chigre para recordar las virtudes del finado.

Chudi era fisioculturista aunque en aquellos tiempos la palabra era gimnasta. De estatura regular y físico delgado se bañaba en los ríos helados del invierno. A mí me llevaba, de pequeño, al riachuelo de El Reblagón en La Granda, junto el depósito del Príncipe y hacíamos gimnasia para luego darnos un chapuzón en un pequeño remanso de aguas cristalinas, de las pocas que había en Langreo. Amigo íntimo de mi tío Manolo al que fusilaron en la guerra, compañeros inseparables de fútbol en el Foco del Barrio Urquijo. Me contó Mariano El Fusilado, a quien nombrábamos así porque lo habían dado por muerto, lleno de metralla, cuando los coparon y a él no le dieron el tiro de gracia y a los demás sí; cuando se retiraron los asesinos y pudo desembarazarse del montón de cadáveres, gritó: ¡Manolo,...Manolo!, pero mi tío no tuvo la misma suerte y se fue de este mundo, con apenas 18 años. ¡Malditas guerras!

Para mí Chudi encarnó al tío que me quitaron en la flor de la vida y además porque se casó con Marina, que era como hermana de mi progenitora, pues fue criada con ella por su madre Consuelo, hermana de mi güelina Matilde ya que la pobre debido a la miseria y tantos niños pequeños: eran ocho huérfanos, se vio obligada a entregar alguno a familiares cercanos; así se criaron mis tías: Amable , Nina, Pili, Laura y mi madre, que creo que fue la que más suerte tuvo de todas, porque algunas de ellas no fueron bien tratadas. Mi madre fue una hermana más de Marina y de Emilio y Samuel Montes, de conocida trayectoria futbolística en la Cuenca.

Chudi era un hombre vertical al igual que sus amigos: Luis Molleo, Zuazua y Candanedo; excepto el último, todas están reunidos en el más allá y seguro que no fallarán a la cita de los miércoles, todos encorbatados, para tomar la sidra del mediodía como lo hacían en Casa Isaac. Luis era compañero de trabajo de mi padre en la Central Eléctrica de Langreo (tengo una foto de ellos a la puerta de la fabrica) y me encantaba que me hablara de él porque apenas contaba yo con 6 años cuando lo perdí y siempre ha vivido en mí. Me llenó de emoción ver su nombre en internet, que me enseñó mi hijo que lleva su mismo nombre, porque aunque me habían dicho que murió en el Monte de Los Pinos, en Grado, allí aparece: Primitvo Sánchez Blanco muerto en combate el 20 de setiembre de 1936 en la Cabruñana , a los 33 años. De todos modos fui a la Cabruñana porque quería dejar una flor roja, en el campo de guerra donde perdió la vida. Afortunadamente nadie se acordaba de aquello, pero hubo uno que me mandó a la casa del maestro. Él me confirmó que pudo ser en Los Pinos donde se habían replegado la casi totalidad de las tropas. De todos modos no corte una flor roja, besé una blanca de las que tenía el maestro en un rosal: por mi padre y por todos los que murieron en combate y la regué con mis lágrimas y me pareció que cobraba vida la flor blanca

Tenía un Seat 124 que liberé de un desguace y que bauticé como gafures porque quemaba mas combustible que un avión a reacción y es que el tal gafures era capaz de comerse una riestra de chorizo y después una pota de fabes. Tenía que llevar a su casa de Pando a Luis Molleo, desde Casa Isaac y sugerí a mis amigos Chudi , Zuaza y Candaneo que fuéramos todos por el Picu la Cerra para ver la Felguera desde las alturas. Chudi se opuso en principio porque iba a llegar tarde a comer. Yo le dije que no importaba por un día y él me contestó que yo no le daba importancia a nada, porque solo vivía para mí. Los demás lo convencieron, aunque expresando dudas de que el auto subiese la cuesta con tanta gente. Cuando llegábamos cerca de la cima salió un espeso humo blanco y creí que se había fundido el motor No te decíamos nosotros y la mirada de Chudi inquisidora. Que vá.., fue que había subido con el freno de mano metido. Lo saqué y se fue veloz, como un ave liberada

Amigo Chudi siempre te admiré por tu corrección tu intachable comportamiento, tu deferencia conmigo y sustituiste en mi corazón al tío Manolo que me llevaron tan pronto y espero que tú te encuentres con él en ese espacio sideral del que ninguno retorna y en el que espero encontrarte yo porque aquí abajo no se queda nadie, lo que deseo es que sea lo más tarde posible, porque la verdad en este planeta me encuentro muy bien por ahora.

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