Los deberes de Feijóo
Cada día que pasa asistimos a un nuevo escándalo. Un nuevo escándalo que deja, una vez más, la palabra del presidente del Gobierno, de sus ministros y de sus portavoces, en entredicho. Si dicen que Sánchez jamás se vio con Aldama, aparece una foto de los dos muy sonrientes. Si dicen que Aldama no subió a la zona noble de Ferraz, aparece en una foto sentado al lado de Ábalos (otro que dice que lo conoció de manera tangencial). En cuanto a las peripecias profesionales de su señora, cada vez resulta más claro que la clave de su éxito consistía en el "dopaje" que supone ser la esposa del Presidente, aprovechándose de manera escandalosa de todas las prebendas que esa posición conlleva. Del hermanísimo, qué quieren que les diga. Quien va a salir más malparado va a ser el que le creo un puesto ad hoc y lo embutió en él de mala manera. La prevaricación es un delito penal fuertemente castigado en España. Y si no, que se lo pregunten a Pedro Pacheco, alcalde de Jerez, que pasó unos cuantos años a la sombra por algo parecido.
Poco a poco, la justicia va desenvolviendo la madeja de mentiras, trapos sucios, acuerdos inconfesables, actuaciones deplorables... Y lo que nos queda por saber. La película del delincuente cazado (Aldama) que, mediante la delación de sus contrapartes políticas obtiene beneficios en su segura condena, la hemos visto muchas veces en nuestro país a lo largo de los años y afectando, entre otros, a los dos partidos hegemónicos de nuestra política.
El PP, ante cada nuevo escándalo, ataca legítimamente al Gobierno, denunciando el insoportable hedor, pero, lamentablemente, con muy pocos resultados. De esta forma, se va a avanzar muy poquito.
En mi opinión, el PP debe girar sus cañones. Da igual cuán grande sea el escándalo, el PSOE seguirá respondiendo a cada uno de ellos con el cinismo en el que se han instalado, seguros de que a la mayoría que tiene amarrada en el Congreso nunca le irá mejor que con ellos.
Y es a varios de los integrantes de esa mayoría hacia donde el PP debe dirigir sus críticas, en concreto al PNV y a los antiguos convergentes, hoy en manos de Puigdemont, llámense como se llamen.
El PP debe darse cuenta de que la mayoría que obtenga para sacar al PSOE del Gobierno no la va a obtener ni gracias al PNV ni gracias a Junts per Catalunya. Será una mayoría que tendrá que conformar con Vox, a los que deberá "domar", lo cual no tiene por qué ser difícil puesto que no tienen adónde ir y jamás conseguirán, por mucho que se revuelvan, "sorpassar" al PP. Por otro lado, el cuento del "miedo a la ultraderecha" está demasiado gastado y ha sido disparado demasiadas veces, con lo que ha perdido ya mucho gas. Máxime cuando, para conseguir que su acólita Teresa Ribera consiguiera pasar el corte en la Comisión Europea, votaron gustosos a varios de los representantes de la "derechona europea", impuestos tanto por Orban como por Giorgia Meloni, sin sonrojo alguno.
Tratar de razonar, a día de hoy, con aquellos que siguen dispuestos a votar al PSOE es harto inútil. Los que quedan responden a aquella bravuconada de Donald Trump cuando afirmó: "Podría disparar a gente en la Quinta Avenida y no perdería votos". De aquellos que están en la ultraizquierda, más de lo mismo.
Sin embargo, hay un caladero que el PP debe explotar. Tanto en el PNV como en Junts per Catalunya, hay una buena base votante claramente de ideología conservadora, y que le repugna, a nivel moral, toda la descarada indecencia que estamos padeciendo. Pues bien, a la conciencia de esa gente es hacia dónde debe apuntar Alberto Núñez Feijóo, afeando el miserable tejemaneje que sus dirigentes se traen con el PSOE corrupto, avisándoles de lo efímero de sus logros, imponiendo un punto de restauración, de tal forma que todo lo que sus dirigentes consigan en base a la extorsión realizada a un individuo capaz de ceder en todo con tal de permanecer en la Moncloa será revertido. Esa sería la forma en la que, quizá, se replanteasen su estrategia. Desde luego, si nos contentamos con que de vez en cuando nos apoyen en iniciativas que, a la postre, no son más que "pellizquitos de monja" para el Gobierno, poco o nada se adelantará.
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