Víspera de destrucción
Cojan una fuente o un plato largo, coloquen un trozo de pan en un extremo y, sujetando el otro, comiencen a elevarlo dándole un ángulo creciente de inclinación. Al principio, el trozo de pan no se mueve, pero llegará un instante en que, si seguimos inclinando lentamente, el trozo de pan se precipita sorpresivamente en caída rápida. Frecuentemente pasa lo mismo en la naturaleza: todo está estable hasta que todo se precipita radicalmente de golpe. Es esta una metáfora de la concatenación de la abundancia enorme de desastres naturales que se precipitan con el cambio climático: el deshielo del permafrost liberará gran cantidad de gases de efecto invernadero (GEI), con abundancia de metano; los cálidos océanos lograrán disolver más CO2, pero la acidez del agua impedirá la carbonatación de conchas y caparazones, causando un gran desastre biológico e inutilizando un mecanismo de captar CO2; el calentamiento de la mar hará desaparecer el hielo del Ártico y de los glaciares continentales, cambiando corrientes marinas e intensificando danas y otros meteoros; aumentará el nivel de la mar y las inundaciones costeras se unirán a las marejadas; cambiará la distribución del peso y masa inercial de la litosfera, afectando al giro de la Tierra, y lo mismo hará la distribución de la presión sobre el manto afectando a la convención del mismo con un posible aumento de plumas o penachos con sus volcánicas y sísmicas consecuencias. Así que: ¿cuántas otras concatenaciones podrían salir disparatadas por no estar previstas?
Aunque detuviésemos la emisión de GEI de los combustibles fósiles, el reducir su porcentaje atmosférico sería cuestión de milenios. Por eso, el mayor esfuerzo debe centrarse en la construcción de un nuevo hábitat humano previendo esa abundancia de desastres naturales que seguro existirán dentro de la nueva biosfera: sin olvidarnos de la necesaria revolución industrial que continuaría de otra forma. Precisamente, en aras de esa revolución industrial, muchos países querrán continuar con su economía basada en la quema de combustibles fósiles, por lo que se rebelarán y azuzarán a sus pueblos a un revolver al añorado pasado imperial o califal de su anterior dominación histórica. Utilizarán populismo y fanatismo para sumergir en un baño de sangre a la humanidad. Tal hecho sería más destructivo que los desastres naturales. La civilización europea, amenazada por la adormecedora virtualidad de pantallas y móviles, estará como en la canción de Barry McGuire de 1965: "Eve of Destruction". Hoy en día, móvil en mano, se oye a los jóvenes manifestarse por el derecho de los simios a no estar enajenados o defender un mayor presupuesto para la defensa de peculiares antropologías lingüísticas... Hubo una vez un partido nacional socialista obrero alemán que logró implantar en los jóvenes ideales que iban a cambiar el mundo. En Ucrania hoy ya no están en víspera de destrucción: están en guerra.
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