¿Quién trabaja en España?
Como profesor de Filología, que he sido durante muchos años, siempre me ha gustado conocer la etimología y el verdadero significado de las palabras.
El origen del término «trabajar» no está claro, pero el Diccionario de la Real Academia viene a dar a entender que no es simplemente hacer algo, como caminar o levantar los brazos. Parece que se trata más bien de un esfuerzo de la mente o de carácter físico para producir, cambiar o mejorar algo que beneficie a uno mismo o a los demás.
En este sentido, me da la impresión de que hay pocos trabajadores en España, y por tanto, el número de parados es muy superior a los cinco millones de que se habla a diario.
Para mí, no trabaja la mayoría de los políticos y sindicalistas, que poco hacen por el bien y el progreso de los ciudadanos. Los deportistas, y en especial los que dan patadas a los balones, no sólo no trabajan, sino que nos están desangrando. Los que se dedican a matar toros, cosa tan poco edificante y escandalosa, sobre todo para los más pequeños, tampoco trabajan. Los que escriben cuentos y novelas pervirtiendo la historia y alejándonos del mundo real no trabajan, sino que nos divierten y la «diversión» nunca ha sido buena. ¿Qué decir de los cineastas, que reciben apoyos económicos del Estado para proyectar escenas de dinosaurios, de la guerra de las galaxias, de violencia o de sexo? Éstos no sólo no trabajan, sino que hacen mucho daño. Así podría seguir hablando largo y tendido de otros profesionales como los joyeros que venden anillos, pulseras, collares, pendientes y penetrantes que para nada sirven.
A pesar de que en España pocos trabajan, hay mucho que hacer, y prueba de ello es que lo importamos casi todo del extranjero. Importamos carne, pescado, leche, ropa, calzado, productos agrícolas, cereales, fruta, aceite, café, vehículos, carburantes y energía eléctrica. Lo único que no importamos, que yo sepa, es vinagre. De este líquido andamos sobrados; pero tampoco lo podemos exportar porque los extranjeros no necesitan más de lo que tienen.
Hace unos meses fui a comprar un saco de patatas a un almacén cerca de Navia. Las patatas de la zona Navia-Eo, de donde soy natural, siempre fueron muy buenas. Por curiosidad pregunté al vendedor de dónde procedían aquellas patatas, y cuál no sería mi sorpresa cuando me dijo que las traían de Bélgica porque en el occidente asturiano ya apenas se cosechaban. Bélgica es un país de una extensión aproximada a la de Galicia, con más de diez millones de habitantes que apenas caben de pie. ¿Cómo pueden tener sitio para labrar patatas y exportarlas a España? En Bélgica trabaja todo el mundo y en España no trabaja nadie. Ellos tienen una economía estable y la nuestra está en crisis, no por falta de trabajo, sino más bien por falta de una política laboral seria.
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