Soledad en la tercera edad
No me asusta envejecer, lo que realmente temo es la soledad que pueda acompañar a esa etapa de la vida; he decidido no ser padre, y aunque nunca querría tener hijos solo para asegurarme compañía en el futuro (algo que, por cierto, nadie puede garantizar), me inquieta pensar que, el día en que mi cuerpo se apague lentamente, no haya nadie a quien le importe.
No temo a las arrugas ni a la calvicie, la vanidad me preocupa poco, lo que verdaderamente me aterra es que la soledad que hoy valoro como una elección se convierta en una condena.
Cada vejez es diferente, existen amistades que se cuidan mutuamente, parejas que envejecen juntas o personas acompañadas por la lealtad de un perro, también veo a personas mayores más activas y enérgicas que yo que disfrutan de su día a día, quedan con amigos y siguen siendo parte activa de la sociedad, pero no puedo ignorar a quienes pasan sus días en residencias, con cuerpos apagándose y miradas ausentes, víctimas de un aislamiento que no eligieron.
Pienso que es necesario hablar más de la soledad en la tercera edad y garantizar una vejez digna y acompañada.
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