Felices fiestas... de Navidad
Creo que a nadie con un poco de objetividad y sentido crítico se le escapa que desde hace ya bastante tiempo se está buscando en nuestra patria la desconexión con los valores que han llegado a constituir nuestra nación, fundamentalmente los lazos con la catolicidad y, derivada de ella, en primer lugar, la Reconquista, con la unidad de los reinos hispánicos, y a continuación, el descubrimiento, conquista, colonización y evangelización del continente americano, la idea de la actual Hispanoamérica, atendiendo más, con respecto a esta última, a la denigrante y "falsa leyenda negra" que a la verdad del extraordinario suceso que cambió la historia del mundo.
En ese espíritu de laicismo beligerante, aunque envuelto en guante de seda, es triste encontrar a la llegada de estas fechas de Navidad la expresión de presunta felicitación mediante la fórmula de "Felices fiestas" -ya no quiero tan siquiera referirme a esa estulticia que se refiere al solsticio de invierno-, fórmula que trata de ocultar, olvidar, menospreciar al fin y al cabo la verdadera causa de la celebración de estas fechas en todo el Occidente: el nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, la Natividad del Señor.
En la Navidad celebramos un hecho histórico, el nacimiento del Salvador, segunda persona de la Trinidad, que se hizo hombre como nosotros para el perdón de los pecados de la humanidad entera y que, a efectos temporales, ve reconocida su importancia en el hecho de que la medida del tiempo se establece a partir de ese momento, distinguiéndose los años transcurridos antes y después de ese acontecimiento: el nacimiento del Niño-Dios.
En la víspera de la Navidad de 2024, es decir, el 24 de diciembre, tradicional e históricamente día conocido como Nochebuena, para los católicos además se inicia el Jubileo ordinario de 2025 con la apertura de la Puerta Santa de la basílica de San Pedro del Vaticano, convocado por el Papa Francisco mediante la bula Spes non confundit (La esperanza no defrauda) con el deseo de que sea ocasión para reavivar la esperanza, de forma que, siguiendo el ejemplo de San Pablo y basados en la Palabra de Dios, "seamos signos tangibles de esperanza para lograr una paz duradera y una felicidad que se realice en el amor".
Por eso, viviendo en una cultura occidental de raíz cristiana, debemos ser conscientes de que la felicitación que debemos transmitir es la alegría por la Natividad, de forma que el deseo expresado de "Felices fiestas" ha de ir completado con su sentido cierto: "Felices fiestas... de Navidad".
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