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A Dios rogando y con el mazo dando en Navidad

23 de Diciembre del 2024 - Alfredo Muñiz (Salinas (Castrillón))

El colmo del beato hipócrita o del meapilas sinvergüenza es llamar al sacerdote para bendecir algo que ha robado. En tales casos, un exorcismo iría bien para ahuyentar los influjos del maligno. Sin embargo, cuando no se tienen escrúpulos, ni moral, todo vale, y se pacta con el mismísimo diablo a cambio de dinero y poder. El demonio se adueña del espíritu navideño y convierte algunas reuniones en parodias con falsa alegría.

Las injusticias, falta de transparencia, chanchullos, delitos societarios, administración desleal, acoso, injurias, censura y otros males típicos de los chorizos con corbata no se resuelven con chorros de agua bendita, ni manipulando la realidad con martillazos de insensatez, ni enquistando el conflicto.

Si el pícaro mangante tuviera un ápice de moral cristiana, primero pediría perdón por haber obrado contra el séptimo mandamiento de la ley de Dios, es decir, no robarás. Aunque ahora ya no sé si se estudiará la ley divina con el «progresista» plan de enseñanza vigente, seguramente muchos preferirán discutir el «sexo fluido» de los ángeles para olvidar otros asuntos más relevantes.

En segundo lugar, el trilero engañabobos tendría que enmendar los daños causados y hacer un propósito de enmienda. Confesar sus penas y cumplir la penitencia, tras haberse sometido al sacramento de la confesión.

Infinidad de robos han quedado indemnes a lo largo de la historia de la humanidad.

Rico y de repente no puede ser santamente, ni en política ni en negocios, y menos aun cuando se trata de empresas familiares donde todo vale. La justificación de mantener la paz familiar para cenar juntos en Nochebuena es la disculpa perfecta para el ladrón beato que se cree intocable. Hasta acude a la misa del Gallo para agradecer a Dios que no le hayan trincado. Aunque nunca reconocerá su culpa al cura. Él, ella o ello cometerán sus delitos «por el bien de la empresa, de la patria, de la familia o de la Humanidad. Todo es justificable». La Justicia se la pasan por el forro, hasta que se ven acorralados ante los tribunales.

Caso cerrado, aquí gozo, «paz si se someten a mis leoninas imposiciones» y en el cielo gloria. Aunque el calvario de estos dictadorzuelos llegará cuando menos se lo esperen.

Empiezan a entender por qué algunos afortunados dejan toda su herencia a su perro, a su gato o a su gallo. Más millonarios de los que se piensan prefieren dejar en herencia o realizar importantes donaciones a causas sociales o a fundaciones sin ánimo de lucro. En definitiva, prefieren desheredar a su propia familia tóxica después de soportar una vida llena de egoísmo e intereses creados.

Reto 2025: no a los paripés hipócritas, cero desprecios y adiós a las gilipolleces.

No permitas que te engañen, te menosprecien o te roben por preservar la paz familiar, la consigna de un partido político o la seguridad de un puesto de trabajo.

Rebélate y revélalo, es decir, enfréntate a las injusticias y manifiesta lo que estaba oculto, en secreto, o aquello que la mayoría no conocía. Denuncia, aléjate de los tóxicos y empieza por dejarlos plantados el día de Nochebuena frente al belén con el Niño Jesús recién nacido, ese rojo cascarrabias al que llaman Papá Noel y el colorido arbolito de Navidad.

Adiós a los generalísimos de pacotilla. La autoridad se gana con la razón, la transparencia, la humildad, la buena fe y la nobleza; lo demás son pamplinas, medias verdades, falsedades, trapicheos y aquelarres que terminarán en rupturas familiares, empresariales, laborales y/o políticas.

Los rumores de nepotismo, tráfico de influencias y colocación a dedo se disparan en todos los ámbitos, pero cuando se trata de cortijos para la conveniencia de unos y el perjuicio de otros, la situación es insostenible; la bomba de relojería explotará antes o después. Todo es cuestión de tiempo.

Los malos rollos surgen en cualquier mesa en plena Navidad. Ya saben, mejor no hablar de política, ni de fútbol, ni de finanzas, ni de parientes, ni mucho menos de negocios familiares. Lo mejor es cantar villancicos, beber champán, cava, sidra asturiana o pasar las fiestas lejos de los tóxicos.

En estas fechas de alegría y unión familiar, alzo mi copa y les deseo: «Amor, salud y justicia».

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