Acuerdo sobre pensiones, un reacuerdo más
Los individuos forman colectivos tejidos con hilos específicos según su dedicación. Estos tejidos pueden tener diferente coloración, pero la misma función. Consecuentemente su concepción les hace de la misma opinión, y por tanto siempre estarán de acuerdo en lo que para ellos es esencial.
Un símil para ayudarme en lo que quiero decir: Lobos y ovejas.
Los lobos tienen desencuentros, pero incruentos; su instinto natural les lleva, a cada uno de ellos, a querer comer más y primero, lo cual hace que se enseñen los dientes y monten toda esa parafernalia ritualesca que, sin hacerse daño, acaba por ordenarlos en sus correspondientes lugares. Será ésta, la de los desencuentros, una conducta reiterativa que se repetirá cada vez que, las circunstancias uno que se rompe una pata, por ejemplo o el simple discurrir por el tiempo, marque diferencias tú ya eres viejo y ahora yo, más joven, soy más fuerte, otro ejemplo -. Cada vez que esto ocurra se producirá un reacuerdo, ya que se hará sobre el acuerdo que siempre ha existido de base: Hay que comerse a las ovejas.
Así pues, recapitulando, los acuerdos que logren las clases dirigentes (lobos) nunca pasarán de ser meros reacuerdos sobre el preexistente: Han de seguir manteniéndoles las clases dirigidas (ovejas).
Claro que los seres humanos son más sofisticados que los lobos y las ovejas, de ahí que los bípedos erectos dominantes no se limiten a entrar a saco con cara de lobo. No. Qué va. Ellos se disfrazan de abnegados benefactores de ovejas. Porque en este caso no es una cuestión a dilucidarse entre dos especies, sino entre especímenes de la misma especie, con los mismos atributos.
Atendiendo a esta última consideración ha de tenerse en cuenta que los dirigentes y dirigidos no son tales por su propia condición; cada cual ejerce según su posición.
Otro símil: En el fútbol, delanteros y defensas.
Los delanteros tienen la intención de meter goles y para ello han de esquivar a los defensas. Los defensas la de evitar que los metan no permitiendo que pasen los delanteros. Lo cual nos permite una clara visión de la mentalización del ser humano. El mismo individuo, de delantero trata de no enfrentarse con el defensa, de esquivarlo para pasarlo; de defensa va a por el delantero, dispuesto a frenarlo por las buenas o por las malas. De delantero tiende a escapista, de defensa a rompehuesos.
Esto deja claro que si les cambiamos de posición los buenos serán malos y los malos buenos.
O sea, la cosa es peliaguda. ¿Cómo lograr la equidad entre quienes sólo es cuestión de oportunidad el que aflore su maldad?
Evidentemente no con este formato social. Cuestión sobre la que no voy a especular porque ya estuvo bien para hoy.
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