El cáncer, esa maldita enfermedad
Me viene esta reflexión a raíz de un artículo en LA NUEVA ESPAÑA sobre Tino Ron, un periodista luarqués al que se le cruzó el cáncer en su vida, y dice que: "Es como una bofetada". No es como un bofetada, es mucho peor, amigo mío. A veces la bofetada hasta nos la mereceríamos, una enfermedad grave no la merece nadie, ya que la padecen también, y de qué manera, todas las personas del entorno.
A lo largo de la vida la mayoría de personas pasan por el trance de esa enfermedad e incluso otras peores. Si no en propia persona, es aún peor en hijos y familiares muy queridos. Donde se te desgarra el corazón asumir la dichosa enfermedad en quien amas por encima de ti.
Por ello, solo le deseo la recuperación física, la mental quedó dañada para siempre. Esa condenada enfermedad daña las entrañas de toda la familia y el desasosiego genera un ambiente de preocupación que corta la respiración. Es una sensación de impotencia ante un enemigo que te debilita física y mentalmente para poder luchar contra él en igualdad de condiciones.
Solo lo supera el pensar (y no se trata de mal de muchos, consuelo de todos) que no eres tú solo a quien esa enfermedad y otras peores les rondan, acechan y lastiman de lleno. Es tal el desgarro que produce ese diagnóstico y todo su seguimiento de lucha contra él que todo el entorno se carga de un frío gélido, una angustia y un dolor que aprisionan el corazón contra el pecho, que no te dejan dormir. Una sensación horrorosa que solo por unos enormes profesionales se hace más llevadera la situación. Para todos ellos va mi reconocimiento más absoluto. Creo que hasta ellos padecen esa sensación de desazón en cada caso y a diario. Deberían tener un extra importante todos aquellos que viven inmersos en diagnósticos de este tipo. Su salud y su vida también se verá afectada. Si existe Dios, ustedes y todos los que cuidan enfermos y ancianos deberían tener sillón preferente allá donde fuéramos después de esta vida tan bella con salud, dinero y amor, pero tan insoportable con enfermedades así, en soledad, con precariedad y sin amor.
Un abrazo enorme para todos los profesionales oncológicos y de apoyo a los mismos, lo merecen más que nadie. Gracias por elegir esa parte de la medicina que, si bien es cierto que algunas alegrías les da, son más duros de sobrellevar los fracasos por esa perversa enfermedad.
El mundo solo merece la pena por gente así. Sobran intereses, personalismos, idolatrías, envidias, revanchismos, abortos, eutanasias, suicidios, confrontación, división, arribismos... Faltan muchos oncólogos en todas las facetas de la vida para luchar junto a ellos contra la tristeza, la soledad, el abandono, la pobreza, las injusticias... Gracias.
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo