Ideas de expertos para dejar este mundo
Comienzo con un refrán popular de mi madre, simple y sabio: “Obligado te veas para que lo creas”.
Y no es para menos. Si para evadirte momentáneamente del “folclore” político nacional, has optado por seguir las noticias británicas o las redes sociales durante las últimas dos semanas, probablemente estés flipando en colores con esta inmunizante y preventiva declaración del “comité de expertos” en la que advierten de que las estufas de leña, tan de moda, son la mayor fuente de contaminación atmosférica peligrosa del Reino Unido, con un riesgo de cáncer que suponen es aterrador. Tal cual:
Las estufas de leña son ahora “más contaminantes que los coches”, provocan cáncer, malformaciones congénitas y asma, y empeoran el “covid prolongado”.
Un estudio realizado en EE UU el año pasado también descubrió que el uso de una estufa de leña o una chimenea en interiores aumenta el riesgo de que las mujeres desarrollen cáncer de pulmón en un 43%, en comparación con las que no lo hacen.
Pienso en otro refrán popular de mi madre, simple y sabio: “Palabra en el desierto, palabra perdida”.
Definido el campo de batalla, vayamos a la guerra.
Desde hace un par de meses, mi vecino Segis padece un sospechoso dolor invalidante en el dedo gordo de su pie izquierdo, por lo que se ve obligado a visitar a su médico, que le pregunta:
-¿Ha tenido el covid?
-No, doctor.
-¿Catarro, dificultad al respirar?
-No, doctor.
-¡Mecagüenla, a ver si va a tener una estufa de leña!
-¡Ostras, pues sí, doctor ¿Cómo lo ha adivinado?
-¡Lo tenemos! Lo suyo es una malformación congénita en las dos falanges del Hallux, producida por la estufa de leña.
-Me deja patidifuso su sapiencia, doctor. Gracias.
Si se había planteado comprarse una de esas para su casita del pueblo en la montaña, y no es hipocondriaco, ha llegado su momento.
Simplemente con estar un poco al loro, verá cómo proveedores de estas máquinas diabólicas las ofrecen como saldo en sus catálogos. O, mejor aún, dese una vuelta por el Fontán a primeras horas del mercadillo, habrá llegado su oportunidad soñada.
Aflora su lado optimista y piensa: “Vale, tendré que prescindir de mi imprescindible estufa de leña, pero todavía me quedan mis velas de canela que hacen que parezca Navidad”. Iluso.
En la base del apagavelas hay un aviso similar a “el tabaco mata” de los cigarrillos que dice: “Las velas perfumadas y las fragancias navideñas pueden dañar la calidad del aire de su hogar”.
Los “expertos” van más allá (no al “Más allá”) al asegurar que “si se queman pesos iguales de cigarrillos y barritas de incienso, las barritas de incienso producen aproximadamente cuatro veces más partículas que los cigarrillos”.
Su cerebro le habrá dado un toque de alerta inmediato, “Ojo, Segis, que si el tabaco te mata, el incienso te remata. En cualquier caso, ni se te ocurra pensar en mantenerte caliente o en oler bien. Te dará cáncer y morirás”.
Termino con otro refrán popular de mi madre, simple y sabio, al volver a la cama después de haberse levantado demasiado temprano: “Cuerpo triste, entra por donde saliste”.
Saludos cordiales.
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