El último Basilio
El pasado 27 de diciembre falleció mi tío Alejandro, el último de los Basilios, estirpe de orgullo donde las haya. Rogelio y Anastasia, mis abuelos, criaron y formaron a ocho hijos en la aldea de Sanzo, a la que llamo "la aldea encontrada", concejo de Pesoz, en el occidente astur.
Esos hijos nos han ido abandonando poco a poco en los últimos años: el primero fue el tío Marcelo, que era el mayor de los hermanos, le siguió la tía Balbina, después se fue mi madre, la tía Susa, la siguiente fue la tía Amalia, el tío Suso a continuación, turno para el tío José, el más joven, prosiguió mi madrina, la tía Elena, y el último ha sido el tío Alejandro.
Alejandro deja por estos lares a Julita, su querida esposa; a sus amados hijos Marijose, Tino y Ramón, y a sus apreciados nietos Javier, Iván, Ana, Eduardo, Sara, Casandra y Celia, además de a sus bisnietos.
Llevaba algunos años delicado de salud, había perdido parte de su movimiento aunque mantenía su cabeza intacta, y sus deseos de vivir permanecían intactos. Con el tiempo su salud se fue deteriorando paulatinamente, sus constantes vitales comenzaron a fallar, hasta llegar al desenlace final.
El tío Alejandro ha sido un Basilio ejemplar, muy orgulloso de su arraigo familiar. Era un placer escucharle contar venturas de sus tiempos de juventud en Sanzo, conviviendo con sus padres y hermanos, familiares, amigos y vecinos.
Afortunadamente, Alejandro no es el último Basilio, quedamos los hijos de estos ocho hermanos. Llegamos a ser 45 primos carnales, hoy ya solo somos 34. El último que se nos ha ido, el pasado 17 de diciembre, fue mi hermano Olegario.
La gran familia Basilio tiene un futuro por delante. Muy cerca tenemos a nuestros hijos y un poco por detrás a nuestros nietos. En nuestras manos está, estimados primos, que esa tradición familiar se mantenga e incluso que se incremente. Hemos de seguir acudiendo y participando en las actividades que tienen lugar en nuestra aldea, concejo y alrededores, y, sobre todo, recuperar esos encuentros de Basilios que tenemos un tanto apartados, que no olvidados.
Descansa en paz, querido tío Alejandro, siempre permanecerás en nuestro recuerdo.
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