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Parece paradójico a primera vista

6 de Enero del 2025 - Marino Iglesias Pidal (Gijón)

Pero cuanto más lento vamos, primero llegamos. Nos parece.

Somos seres vivos. Algo en constante movimiento. No nuestro cuerpo, sino el contenido de nuestro cuerpo.

Yo, a estas alturas, no puedo negar una cierta querencia hacia mi sofá y a mi pasividad absoluta. Y por supuesto que es una práctica a la que no suelo escatimarle el tiempo. Pero, ese soy yo. Sin embargo, mi contenido, mis órganos, mis fluidos... El tinglado que soy, todo aquello implicado en mis constantes vitales, ni un momento de descanso se toma. Siempre a su ritmo. Mi opinión al respecto, no le importa en absoluto a mi contenido.

Y, claro, parece lógico, a fuerza de estar, sin parar, dale que te pego... Las prestaciones... Cada vez menos y más lentas. ¡Y!

Para mayor inri, cuanto menos camino me queda, mayor velocidad que cojo. Me parece.

Velocidad: Espacio recorrido durante una unidad de tiempo.

Unidad de tiempo: Del ser humano un invento.

El tiempo carece de unidades. Es una unidad absoluta en sí mismo. Pero, el hombre, siempre inventando.

Ok. Pasemos con lo del reloj. Imprescindible. Pero el calendario... Para la ciencia y los que en ella estén metidos, pues bueno. Mas, eso de haberlo instaurado, hacerlo de uso obligatorio para todo dios...

Para minarle al ánimo a cualquiera. A cualquiera ya acosado por la vieyera. ¡La madre del señor, otro año que ha pasado! ¡Cómo corren los años! A este ritmo, constantemente in crescendo, lo que me falte por recorrer, que, según las estadísticas basadas en ¡el puto calendario! no puede ser mucho, en un plis-plas, cataplás y polvo serás.

¡No me jose! De no ser por el jodido calendario, yo no sentiría de la misma, acojonante, forma, el paso del tiempo y su maldita, supuesta, aceleración. ¿Cómo iba yo a sentir el peso de algo inexistente? En todo caso, sentiría el peso de los días, que no necesitan de calendario alguno para ponerse de manifiesto, con el día y la noche, ¿qué más, pues?

Pero claro, ¿cómo vas a cuantificar el cansancio de un paso en una maratón?

De todas formas, el maldito y, por lo visto, imprescindible, reloj no perdona. Y, aunque no cuentes el tiempo por años, el reloj se encargará de contar los años de "tu" tiempo. Y, sin decir palabra, gritará - ¡hace nada! mi minutero daba una vuelta mientras ibas a recorrer el Muro y volvías, ¡ahora da dos! Cuando las da, porque ya pocas veces te da a ti por hacer el recorrido.

Total, que, mi cuerpo ya se mueve al ralentí, y su contenido, tan ralentizado como el contenedor. Lo cual no me deja lugar a la duda, de que mi reloj, y el tuyo, sigue marcando el tiempo a la misma velocidad que siempre lo hizo.

Mis años pasan a la misma velocidad ahora que cuando ni un año tenía. La cuestión está en que me he pasado la vida, como tú te pasarás la tuya, compitiendo contra el reloj y, al principio, corriendo a toda pastilla, el reloj me parecía una puta tortuga, más tarde parecimos habernos sincronizado, ¡y ahora! ¡El muy hijo de ....! parece haberse disparado.

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