Yo también creo en la inocencia del señor Riopedre
Todos cuantos me conocen en este mundillo de la educación saben que el señor Riopedre no es santo de mi devoción. No creo en los políticos profesionales que se pasan toda una vida a la sombra del cargo público muy bien remunerado. Creo firmemente, como así he declarado en otras ocasiones, en la alternancia, tanto política como de cargos públicos. Es bueno para regenerar inercias, esfuerzos e ilusiones. Al señor Riopedre le sobraron algunas legislaturas, pero de esto solamente es culpable Tini Areces, que debiera haber visto el desgaste físico e intelectual de su amigo de luchas después de tantos años navegando políticamente a su sombra.
Dicho esto y dejando meridianamente clara mi posición contraria a la gestión del político, he de decir, y lo digo con toda sinceridad y firmeza, que me cuesta mucho trabajo encuadrar a José Luis Iglesias Riopedre dentro del marco de la corrupción política. No lo creo. Creo en su limpieza de conciencia y, si acaso, en que alguien le pudo haber inoculado, contra su voluntad y por exceso de confianza, el virus probatorio de la culpabilidad.
Lo que de verdad me extraña es la prisa que se dio el partido en desmarcarse de esta situación y abandonar a su suerte al compañero, un señor que estaba en la lucha por las libertades políticas mucho antes que todos los advenedizos que ahora le niegan el pan y la sal.
Contrariamente, y ahora por escasa diligencia, también me deja perplejo que, a día de hoy, la señora Migoya aún no haya presentado la carta de dimisión como consejera de Administraciones Públicas, una vez que parece estar bastante clara la supuesta trama ilegal de una alta funcionaria, sin escrúpulo administrativo, que ella nombró, para cargos de confianza, en diversas ocasiones y situaciones. Willy Brandt dejó su cargo como presidente de la República Federal Alemana cuando se hizo pública la noticia de traición al Estado de su asistente personal Günter Guillaume. ¿Es que acaso le parece poca traición a la señora Migoya que una funcionaria nombrada por su dedo ciego se haya embolsado indebida y supuestamente dos millones de euros mientras al resto del funcionariado nos aprieta el cinturón de la nómina?
Hay actuaciones políticas que demuestran el recorrido democrático que aún nos queda por lograr si queremos compararnos con los principales países europeos.
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