Jabalíes en extinción
¡No! ¡Qué va! ¡Qué va! Puede haber muchas causas que lleven a una especie animal al borde de la extinción; pero hay una que nosotros, los de los pueblos, no vamos a consentir: la del hambre. No, no. Mientras tengamos patatas, cebollas, maíz, prados... tened por seguro que hambre no pasarán. Si hay que trabajar un poco más de tierra, abonar un poco más los prados, se hace; pero hambre, ¡por favor! que no pasen. Además hay que comprenderlos, el sabor auténtico, recio, de «a pueblo» no admite comparanza.
El césped de un campo de tiro, de un campo de golf, de una finca «de exposición» no les va. Quizá sea por los agujeros, por las pelotas, por los olores... quién sabe. Gochos, sí, pero listos y, además, con gusto por las exquisiteces.
En todo caso, si existiese algún problema, gente suficientemente cualificada se encargaría de solucionarlo. Gentes que conocen ampliamente la vida del campo. Gentes que sufren con el sufrir del ganadero, del agricultor. Gentes con gran amplitud de miras.
La gente del pueblo somos más primaria, a lo sumo juntamos unas palabras con otras, como en este caso. No vemos más allá de lo que está ante nuestros ojos: los prados, las huertas... aunque, un día sí y otro también, asaltadas y destrozadas. Pero, en fin, es por una buena causa. No vaya a ser que alguien nos acuse de no contribuir al mantenimiento de las especies.
Eso sí, que al menos a los que usamos madreñas, katiuskas o chirucas nos permitan aconsejar prudencia, cautela, sensatez. No vaya a ser que al final sean las fieras las que carguen las escopetas y...
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