Salgamos a las calles
No puede empezar peor este año 2025 para los/las trabajadores en activo y los de pasivo - los pensionistas-. A las duras negociaciones para rebajar la jornada de trabajo y la subida del SMI, cuestiones que no son fruto de un capricho electoral sino de la necesidad de mejorar la vida a los que siempre llevan la peor parte de la economía global y a los que las cifras macro no les ayudan a comer todos los días, se añade el "volantazo" del Ministerio de Hacienda dejando tirados a miles de mutualistas sin percibir las retenciones que se les hizo hace años en su vida laboral.
Desde luego, tanto el procedimiento como la solución encontrada -a cobrar en cuatro años- para lo que es solamente una minoría resulta como poco impresentable. Veremos cómo acaba este atropello por parte de un Gobierno que debe mostrar más sensibilidad que esa derecha reaccionaria que le niega un derecho recuperado a millones de pensionistas.
Porque rechazar la subida de las pensiones que es para miles de hogares con pagas mínimas el sustento, que les permite sacar la cabeza entre el descontrol habido de los precios de la compra y las subidas de la energía, es el mundo al revés para una mayoría que contempla cómo las empresas eléctricas quedan exentas de impuestos, mientras otros se frotan las manos con la llegada del rubio americano a la Casa Blanca.
No podemos permitir este tsunami que pretenden las derechas y los poderes fácticos con la clase trabajadora en su conjunto, cercenando derechos y conquistas imprescindibles para mejorar sus condiciones de vida y alejarnos del tercer mundo que tienen colonizado con salarios de miseria y condiciones de vida vergonzantes.
Hay dinero para las guerras, llevando a determinadas zonas al genocidio, como ocurre en Palestina, pero no para erradicar el hambre y la mortalidad infantil. Tienen recursos para seguir adquiriendo propiedades y encarecer la vivienda, que es una necesidad básica para emprender una vida digna. Pero cuando se trata de repartir la tarta de los beneficios empresariales -cada vez más- se regatean unos pocos euros del salario mínimo o se niega la actualización del ingreso mínimo vital, que es eso, vital.
Salgamos a las calles como siempre lo hicimos -nuestro escenario natural- y digamos bien alto que con la clase trabajadora no se juega porque somos el motor que mueve el mundo, aunque lamentablemente no tengamos los mandos.
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