Final de un proceso por rencor y doble vara de medir
El pasado viernes, 24 de enero, asistí a la última sesión del juicio promovido por Carmen Moriyón contra Francisco Álvarez-Cascos. Lo hice como amiga de Cascos y por mi compromiso desde siempre en defensa del Estado de Derecho. Aún no doy crédito a lo que escuché en la Audiencia Provincial de Oviedo.
Es difícil aceptar sin indignarse mucho y preocuparse bastante que un fiscal pida la condena de una persona sin la motivación legalmente debida.
El fiscal no estimó ninguna de las pruebas testificales presentadas por el abogado defensor de Cascos ni tampoco una documental como el acta de una comisión directiva en la que se habló de la extinción del contrato de arrendamiento de sede-despacho en Madrid. Pero aún más: Oblanca y Teresa Alonso -que fuera secretaria general de Foro-, ambos testigos de la acusación, declararon la existencia de esa sede así como la existencia de un contrato de arrendamiento de ella.
¿Cuál es el problema entonces? ¿Por qué, en su día, Isidro Fernández Rozada pudo hacerlo con la sede del PP en la calle Manuel Pedregal de Oviedo, que era de su propiedad, y Cascos no?
¿Cómo, en cambio, es posible, que un fiscal asuma unos documentos que han sido obtenidos ilícitamente, esto es, robados?
Un ministerio fiscal que constitucionalmente tiene atribuida la defensa de la legalidad, ¿por qué recurre a la "falsa" analogía, citando la sentencia del "caso Villa", líder del SOMA-UGT, condenado por apropiación indebida, cuando distintas sentencias del Tribunal Constitucional dicen que "...les está vetada la interpretación extensiva y analógica"?
Villa se apropió de un dinero que iba destinado al sindicato. Se lo quedó él. Eso sí entra en el tipo penal de apropiación indebida; Cascos, radicalmente no.
Cascos presentaba tiques para el pago por la persona que llevaba los asuntos económicos y previa autorización firmada por dos personas legitimadas a tal fin.
¿Con qué se quedó Cascos? Se le reintegraban unos gastos.
Nunca por nadie se discutieron los gastos ni retribuciones de Cascos ni en comisión directiva ni en congreso alguno del partido. Nunca. Por nadie.
Es llamativo y preocupante que la intervención del fiscal esté plagada de juicios de valor sin motivación. Es llamativo y preocupante que un fiscal informe hasta en tres ocasiones de forma diferente en el mismo caso.
Es llamativo y preocupante que el abogado de la acusación, el de Moriyón, diga en el año 2013 que la gestión económica de Foro es transparente e intachable y que ahora diga lo contrario, como si la verdad pudiera ser objeto de mercadeo.
Todo parece ir en la misma línea "moriyonesca": ella, ante el Juzgado y ante el Tribunal de Cuentas, proclamó su no intencionalidad y, sin embargo, para Cascos presume siempre el dolo. Doble vara de medir por costumbre de la alcaldesa de Gijón.
Frente a ello, un acusado para quien el mayor patrimonio de una persona es el de su palabra. "Una persona vale lo que vale su palabra". Cascos siempre tuvo palabra. Y Cascos tuvo valor, no precio, como otros.
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