La revolución necesaria de los viejos
Esta reflexión es tan cierta como real. Hablo sobre la necesaria revolución contra la discriminación positiva sobre la edad. Manuel Vilas, has dado en el clavo. Es necesario que a los viejos no los hagan callar sus cachorros, que no hablen por ellos y menos que decidan por ellos. Incluso muchos se sentirán dañados por contradecirlos. Es cierto, venimos de otro mundo más directo, sin tapujos, otros tiempos donde se decían las cosas de frente sin adornos, todo sin pretender dañar o rebajar a nadie, así se interpretaba, es lo que se llamaba ir con la verdad por delante.
Ahora son los viejos los que tienen que andar con palabras finas, no vayan a enfadar a los tiernos jóvenes, todos cargados de buenas palabras, pero a la par como Errejón: hipocresía a raudales. Hablan de moralidad, de respeto, defienden colectivos, sensaciones, tendencias, nuevas creencias como la variedad de sentimientos importados de un glosario de diversidad sexual, que llaman orientaciones. Yo les llamaría desorientación por vicio y revicio. Que no estoy diciendo que esté mal o bien, simplemente usted puede sentir atracción y sentirse como desee en su intimidad personal, hay de todo y para todo, pero tratar de publicitarlo y tragarlo como normalidad de biología genética no es de recibo.
Se llenan la boca de consejos que para ellos no tienen.
Es cierto, las nuevas tecnologías nos convierten a los viejos en más torpes de lo que realmente somos, pero los jóvenes sin la Wikimedia delante no saben tanto como dicen saber.
Existe un edadismo claro y vergonzoso en la familia y toda la sociedad.
Denuncio una discriminación por edad sin paliativos. Se le dice a los padres y abuelos que deben ocupar un lugar sin molestar. Se les empieza a callar, luego a hablar por ellos y se termina por decidir por ellos. Postergados a un papel de oyentes sin derecho a opinar, decidir y contradecir.
La sabiduría que da la vida es pura esencia, lo que más molesta de los viejos es que no se muerden la lengua, no tienen necesidad de decir lo políticamente correcto, el andar con frases vacías de contenido cargadas solo de hipocresía y prejuicios para quedar bien con su conciencia. El buenismo y el quedar bien no solucionan los problemas, los hacen crónicos.
Nunca los viejos habían sido tan apartados como hasta ahora. Así titulaba un escrito hace años, así dice Vilas ahora, así de real es: vamos a peor.
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