La transparencia del nuevo Camp Nou
Desde que comenzaron las obras del Camp Nou, he seguido el progreso diariamente gracias a los vídeos que aficionados y streamers comparten en redes sociales. Sin embargo, a día de hoy sigo sin comprender la planificación detrás de este proyecto. Lo primero que me llama la atención es la obsesión por cumplir unas fechas que claramente son inalcanzables y que, además, resultan engañosas para el barcelonismo.
Más que un intento de engañar, parece que el objetivo es proyectar una imagen positiva, o quizás peor, que el club no cuenta con la transparencia necesaria en su colaboración con una empresa como Limak. No tiene sentido prometer plazos tan ajustados para un proyecto de esta magnitud. O bien las decisiones se han tomado desde un desconocimiento absoluto, o bien la junta directiva está siendo mal asesorada. Quiero creer que las intenciones son buenas, aunque los hechos sugieran lo contrario.
A estas alturas, queda muchísimo por hacer. Basta con observar los vídeos diarios de las obras para darse cuenta, y no hace falta ser un experto. El anillo VIP sigue sin estar terminado, el parking está a medio hacer, faltan cerramientos, redes de abastecimiento y saneamiento, la instalación eléctrica, el alumbrado, los servicios de emergencia, la cubierta... la lista parece interminable. Además, algunas decisiones reflejan una evidente falta de lógica, como instalar asientos antes de completar por entero una grada.
Algunos pueden pensar que se está intentando replicar el modelo del Santiago Bernabéu, donde se jugaba al fútbol mientras las obras avanzaban. Sin embargo, hay que entender que ambos proyectos son completamente distintos. En el caso del Bernabéu, la estructura original se mantuvo en gran medida, se renovó la cubierta y el elemento principal del proyecto, el Hipogeo (la infraestructura que se utiliza para almacenar el césped), ya estaba prácticamente listo para el primer partido. En el Camp Nou, por el contrario, prácticamente todo se está construyendo desde cero, con una estructura completamente nueva que solo conserva el primer y segundo anfiteatro del antiguo estadio. Esto hace que sea mucho más complicado permitir la entrada del público mientras las obras siguen en marcha, por lo que en términos de seguridad y salud se debe actuar con extrema precaución.
Otro aspecto preocupante es la forma en la que se están ejecutando los trabajos. Si yo tuviera que construir un estadio, jamás trabajaría de este modo: colocando asientos en unas zonas mientras en otras se sigue trabajando con hormigón a pocos metros de distancia. Este tipo de decisiones, simplemente, no tienen lógica. Y aunque cualquiera puede darse cuenta de esto, en mi caso no hablo desde la ignorancia. Pregunto al lector: ¿pondrías una lona sobre unos asientos recién instalados para protegerlos del polvo o esperarías a terminar completamente el trabajo en esa grada antes de colocarlos? La respuesta es evidente.
No creo que Limak esté haciendo un mal trabajo, a pesar de su falta de experiencia en la construcción de estadios de fútbol. Sin embargo, como aficionado del Barça, me preocupan los pequeños detalles que reflejan unas prisas innecesarias por finalizar el proyecto sin el cuidado que este merece.
Quiero pensar que estas decisiones son consecuencia de presiones internas, especialmente por parte de una junta directiva que firmó un contrato en el que Limak debería pagar un millón de euros al Barça por cada día de retraso en las obras. Sin embargo, según se comenta, esta penalización habría sido perdonada.
Inicialmente, se anunció que el estadio estaría listo para recibir público a finales de 2024. Poco después, el plazo se trasladó a marzo de 2025, y ahora se habla de mayo de 2025. Las prisas nunca son buenas. En proyectos de esta envergadura, es normal que los plazos se ajusten, pero lo verdaderamente importante es que las cosas se hagan bien.
El club, por su parte, ha sabido adaptarse al Estadio Olímpico, que en un principio generaba gran pesimismo, mientras el equipo sigue ganando. Por eso, es fundamental detenernos, reflexionar y avanzar con sensatez. Solo así podremos disfrutar de un Camp Nou renovado que esté a la altura del Barça y de su afición.
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