Jugando con nuestro futuro
Buenos días. Mi nombre es Laura Orrasco y desde hace un año y medio estoy cursando el Máster del Profesorado en la Universidad de Oviedo.
Tras cursar un grado en Lengua Española en la misma facultad, y tras varios años de idas y venidas con mi futuro como docente, decido centrar mis recursos en ser profesora. Retomo contacto con el mundo estudiantil y me informo de mis opciones: cursar el máster en una universidad privada, en Uniovi o a distancia. En todos los casos, una de las ventajas con las que puedo contar es obtener un título oficial de inglés. Estoy un año preparándome y en junio del 2023 tengo mi titulación en inglés. Presento las convocatorias a los másteres del Profesorado en la UNED, en Uniovi y a través de Magisterio en la Camilo José Cela. Automáticamente (no sin antes un presupuesto de 5.900 euros) tengo plaza en la universidad privada. Y mi sorpresa fue cuando recibí un correo de admisión por parte de la Universidad de Oviedo: también tengo plaza y por un módico precio de menos de 1.000 euros. Ni lo dudo: más barato, cerca de casa y en mi Universidad de confianza. Empiezo el curso 2023-24 y, sin saberlo, también empiezo el año que me llevaría de lleno a una depresión.
Barajo mis opciones con la secretaría de la Facultad del Profesorado: al trabajar a jornada completa, en horarios rotativos con horarios incompatibles con las clases, me exponen la opción de aprobar las asignaturas por evaluación extraordinaria. También me dan la opción de hacer el máster en dos años, por evaluación diferenciada, sin acudir a clases (aquí estaba el gran problema de todo) pero pudiendo superar las asignaturas. Mi idea era hacer el máster y poder presentarme a la primera convocatoria de oposiciones en junio de 2025. Decido cursar el máster completo por evaluación extraordinaria. Mis pasos a seguir son ponerme en contacto con los responsables de las asignaturas, que me digan lo que tengo que hacer y que estén al corriente de mi situación (que no es exclusiva mía, pues he conocido a muchas personas en mi misma situación). La sorpresa fue que hubo profesores que mantenían contacto conmigo, que me dieron mil posibilidades de aprobar y otros de los que apenas obtengo respuesta y la solución es hacer los mismos trabajos que mis compañeros de clase, sola, sin guía ni ayuda, y además presentarme a unos exámenes de contenido teórico en las convocatorias oficiales. Con determinación voy cumpliendo con los trabajos, unos más fáciles y otros en los que me vi perdida, y hago los exámenes. Primer batacazo, exámenes de contenidos teóricos expuestos en clase, contenidos que no se facilitan en el campus virtual. Fue mi primer golpe de realidad, pero a esto le sumamos que en la secretaría y coordinación del máster me dejan fuera del plazo de elección del centro de prácticas y del tutor académico para el trabajo final. Todos mis compañeros con centro de prácticas y yo tengo que coger, como si me hubieran dado opción, un centro en Mieres (viviendo en Gijón), con el gasto que eso me supuso durante los tres meses y medio de prácticas y de hacer malabares con los turnos del trabajo. Hablo con la coordinación del centro para expresar mi malestar (aquí ya llevo sumida en un proceso de depresión, tratado con una psicóloga experta, pues la situación durante todo el curso llega a superarme) y me dicen que no me preocupe, que todo es un trámite, y es difícil que no pueda superar las asignaturas.
Acabo el curso teniendo que volver a presentarme en el curso 2024-25, a las puertas de la convocatoria de oposiciones, con la misma situación. El mismo silencio, los mismos problemas y ninguna solución.
Y me encuentro con que esta dinámica la han sufrido, la están sufriendo y entiendo que la sufrirán muchos más compañeros. Quizás deberían atender a todas las necesidades, darles una vuelta a las guías docentes y darles la oportunidad a profesores más jóvenes de dar voz a las asignaturas.
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