Pintura, política y religión mal avenidos son
Desde este púlpito privilegiado quisiera comentar las noticias aparecidas últimamente en los periódicos de la región sobre la pintura de la fachada de nuestro templo de San Francisco Javier de la Tenderina por parte del Ayuntamiento de Oviedo que tantos comentarios han hecho fluir.
Es cierto que cada uno debe mostrarse tal y como es y opinar libremente sobre los temas de la polis, tal como yo estoy haciendo en estos momentos, pero algunas veces aunque uno pueda tener razón y sus ideologías ser muy válidas ha de pararse a observar la realidad, a conocerla, y no simplemente a opinar por los tópicos que se dicen o se piensan y son razón de nuestra vida. Alguna vez los otros pueden tener razón.
Esto es lo que debió de sucederle a nuestro concejal de ASCIZ, don Roberto Sánchez Ramos, cuando nos quiso convencer de que nuestro templo es del Vaticano y nosotros, por tanto, ciudadanos de tal Estado. Y lo mismo días después el Bloque por Asturies (BA) volvió con la misma cantata pidiendo que ese dinero sea para el barrio. Perfecto. Estamos de acuerdo.
Habríamos de decirle a estos señores, como hicieron algunos feligreses en un artículo publicado el lunes 24 de enero en este periódico en el que piden «ayuda institucional», o la asociación de vecinos de nuestro barrio a través de varios medios de comunicación: que este templo es mucho más que un templo, como muchos otros templos. Es germen de muchas iniciativas, de muchas ideas y de muchas realidades que cuando ya se hacen mayores caminan solas en otros locales. No los voy a enumerar por miedo a dejarme alguno (algunos, no muy jóvenes, recordamos cuando los templos y similares eran el único sitio donde podían reunirse algunos, no de derechas precisamente, aunque ahora ya se les haya olvidado, para hacer política o sindicalismo de izquierda, a veces extrema).
No hemos de mirar los templos –en los que no se veta a nadie la entrada, en los que el funcionario no marcha cuando termina su horario de trabajo, en los que se admiten iniciativas sin grandes trámites burocráticos, en los que no se hacen preguntas sobre ideología o religión de los asistentes o participantes, en los que se trata de acoger a todos en la medida de lo posible para desarrollar distintas actividades que proponen– como esos lugares que son propiedad del Vaticano, aparte de ser mentira. No señor, nuestro templo es de todos los parroquianos de la Tenderina, nosotros lo hicimos y nosotros lo mantenemos hasta donde podemos.
Por todo ello, por la labor social que desarrolla, porque es un edificio abierto a las necesidades del barrio y a grupos con necesidades también extraparroquiales, y por su labor, también religiosa y espiritual, por supuesto, con todos nosotros, vecinos de este barrio, nos parece bien y acertado que el Ayuntamiento nos ayude en el arreglo de nuestra fachada, ya que lo hace con parte de nuestros impuestos. ¿Por qué no vamos a tener derecho a que nuestro Ayuntamiento nos lo adecente?
Se han hecho algunas objeciones que, lo siento, pero no son asimilables, como por ejemplo: y por qué no me pinta mi casa el Ayuntamiento, como comentó alguien. ¿Abre usted su casa para las necesidades del barrio? Lo siento, no es lo mismo. ¿O alguien se cuestiona por qué el Real Oviedo, entiéndase que no me gusta el fútbol, tiene prácticamente por nada el uso de un campo de fútbol tan grande y precioso, que es de todos y pagamos todos, como el Carlos Tartiere? Y supongo que sea correcto que lo tenga por la función social que desarrolla y por ello tenga un arrendamiento tan ridículo y hasta se le apoye perdonándole deudas en algunas ocasiones, etcétera. Podríamos seguir poniendo ejemplos de subvenciones, ayudas, etcétera, a otras instituciones, sindicatos, partidos... pero resultaría incómodo y de poca educación.
Todo esto ha traído como positivo que se hable del asunto y se explique. Sepamos situarnos o resituarnos cada uno y que pase lo pase, se pinte o no se pinte, recordemos y no perdamos el horizonte del lema que preside todos los días nuestro templo: «Somos iglesia, hacemos barrio». Dejemos a los políticos seguir con sus discusiones ideológicas, es lo suyo-
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