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La ciudad portuguesa de Ovar, "Museo vivo del azulejo"

21 de Marzo del 2025 - Ángel García Prieto

El concejo de Ovar es la zona meridional de la Ría de Aveiro, se sitúa en el camino de Aveiro a Oporto, en la comarca denominada de Santa Maria, porque ya en la Edad Media se le dio junto a otras poblaciones vecinas, como Murtosa, Estarreja, Santa Maria da Feira, una preponderancia cultural, religiosa, militar y económica para la constitución del reino luso, pues era el paso estratégico entre las grandes ciudades de Porto y Coimbra; además de que allí tuvo lugar, en el denominado Campo de São Mamede, la batalla decisiva para el inicio de la independencia de Portugal del entonces Reino de León. Por estos motivos se considera a esa comarca como la “Terra de Santa Maria e Terra Mãe ('madre') de Portugal”.

Ovar es, además, una población vecina a las extensas y bonitas playas de Esmoriz, Foradouro, Areinho y las Dunas de Ovar, con estructuras hoteleras vacacionales. Tiene unos dieciocho mil habitantes en la capital del concejo, que con sus pedanías llega a contar unos cuarenta mil.

Su urbanización se desarrolló mucho en las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del XX, en gran parte por el retorno de emigrantes portugueses que regresaron de Brasil con recursos económicos para construir sus nuevas casas y con unos criterios urbanísticos en los que la azulejería tradicional lusa cobró mucho protagonismo. En casi tres kilómetros de calles del centro ciudadano hay unas ochocientas casas alicatadas con la azulejería blanco-añil más típica, pero también con muchos paneles polícromos, de geometrías variadas y temas diversos, que justifican la frase muy repetida de Ovar como “un museo vivo del azulejo”. Y desde entonces Ovar cuida su patrimonio y organiza paseos turísticos para acompañar a los visitantes que lo deseen desde la plaza de la República, que ya es en sí misma como el inicio de una catálogo amplio de posibilidades azulejeras en las rúas que desde allí parten irradiadas por todo el centro de la población.

Sumario: Un recorrido por la comarca de Santa Maria

Destacado: En casi tres kilómetros de calles del centro hay unas ochocientas casas alicatadas con la azulejería blanco-añil más típica

Otra curiosidad artística, histórica, cultural y de origen religioso son las siete Capelas (“capillas”) Dos Passos o Capelas da Via Sacra (“Vía Crucis”), que se construyeron en el siglo XVIII con estilo barroco rococó y que están distribuidas también por varias calles céntricas. Cerradas en un portalón con la altura y anchura de cuatro o cinco metros, están constituidas por escenas escultóricas de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, en un recorrido que comienza en la iglesia matriz de San Cristóbal, con la escena de Jesús en el Huerto de los Olivos, y sigue por varias calles hasta acabar en la del Calvario. Sirven para la devoción en el tiempo de Cuaresma y, sobre todo, en la Semana Santa, aunque estén abiertas al culto y a la visita todo el año. Son únicas en Portugal y surgieron del culto litúrgico que hacían los devotos de una cofradía desde un tiempo anterior al de la construcción de estas capillas, pues se tiene conocimiento de que, con anterioridad a estas construcciones de piedra y cal, existían otras de madera, más pequeñas y transportables.

Para terminar, y como anécdota, se puede citar un popular dulce que ha extendido su fama y disfrute a muchos lugares de la geografía lusa, pero que nació en Ovar, donde es omnipresente. Se trata del “Pão de Ló”, un bizcocho de huevo, azúcar y harina, suave, húmedo, esponjoso y delicioso que, si además se puede acompañar con una copita de vino de Porto y/ o “uma bica” -que es un café pequeño e intenso-, pues mejor todavía…

Además, en los entornos de esta pequeña ciudad se pueden destacar otros lugares que bien valen la visita si se dispone de un rato. En primer lugar, en la parroquia de Válega, se alza la iglesia de dicha pequeña localidad, a tan solo seis kilómetros de Ovar. Se trata de un templo barroco del siglo XVIII. Tiene planta rectangular y torre-campanario muy similar en forma y tamaño a numerosas iglesias portuguesas ciudadanas y rurales. Pero lo que sí llama mucho la atención del edificio es que toda su fachada está cubierta de paneles de azulejos polícromos, con escenas de la vida de la Virgen María y de otras manifestaciones cristianas que dan un luminoso reclamo de atención y simpática singularidad a la iglesia. La decoración interior es también tan rica como la fachada, en su artesonado y en los amplios paneles de azulejos, similares a los del exterior.

Esta singular decoración de colores y brillante fue realizada en la segunda mitad del siglo XX por la fábrica Aleluia de Aveiro, con el diseño del arquitecto Janeiro Godinho, y los vitrales de las ventanas están hechas por Cuadrado, en Madrid. Todo esto se llevó a cabo por una donación del comendador António Augusto da Silva, que dedicó a la memoria de su piadosa madre. Además, esta bellísima iglesia tiene a los pies de su escalinata de entrada el cementerio local, que está muy cuidado, decorado, floreado y frecuentado, puesto que es muy céntrico en el pueblo.

Además, en Avanca, aldea del concejo de Estarreja, también cercana a las anteriores, está la Casa-Museu de Egas Moniz, un notable hijo de la localidad, nacido en 1874 y fallecido en 1955, médico neuropsiquiatra que llegó a recibir el Premio Nobel de Medicina en 1949 por sus descubrimientos sobre el “valor terapéutico de la lobotomía en determinadas psicosis”. Su casa es un palacete de estilo portugués, concienzudamente reconstruido y decorado en la segunda década del siglo pasado sobre una anterior casa de la familia. Allí se guardan y exponen colecciones de porcelanas, escultura, pintura, orfebrería, mobiliario, tapicerías, vitrales, además de instrumental médico, documentación científica, biblioteca, que hacen del lugar un punto de referencia histórica y artístico muy notable.

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