Polideportivos, no; bares molestos, sí
¿Cómo es posible que se cierre un polideportivo de un colegio a causa de los ruidos de unos chavales que practican deporte después de terminar las clases y sea imposible cerrar un bar que no respeta los horarios de cierre que le permite su licencia y que además provoca un ruido que hace imposible llevar una vida normal a todos los vecinos de una calle?
La semana pasada, una vez más, he llamado a la Policía Local para solicitar una medición de ruidos procedentes del bar que se encuentra debajo de mi vivienda, en la calle Álvarez Lorenzana, y por fin se han sincerado después de semanas dándome largas y hacer caso omiso a mis llamadas: el sonómetro, digo «el» porque sólo hay uno, está estropeado desde hace más de mes y medio y no parece que lo vayan a arreglar, supuestamente por falta de presupuesto. Esto es lo que me comentan los dos agentes, que hoy por fin sí han acudido a mi llamada. Encogiéndose de hombros me dicen: «Lo único que podemos hacer es bajar a hablar con el propietario». La verdad es que los propios policías parecen avergonzados de venir a mi casa a las tres de la mañana para decirme que no tienen medios para realizar su trabajo, pero a mí eso no me consuela.
¿Realmente es lo único que puede hacer el Ayuntamiento? A mí se me ocurre alguna cosa más, por ejemplo, arreglar el dichoso aparato para poder prestar el servicio para el que fue adquirido.
Los vecinos que padecemos los ruidos de estos locales, que somos muchos en Oviedo, estamos hartos de que no se respeten nuestros derechos, no sólo al no evitar que los locales abran hasta la hora que les dé la gana y que nadie compruebe si cumplen los requisitos de insonorización, sino también de que no podamos ejercer nuestros derechos de denunciar a estos locales por falta de pruebas que documenten la denuncia. Estamos hartos de ir a trabajar sin dormir, de que nuestros hijos se despierten asustados a las cinco de la mañana, de ver gente orinando en nuestros portales y de encontrarnos todo tipo de basura al salir a la calle.
Eso sí, el Ayuntamiento se muestra mucho más hábil cerrando espacios donde los chavales practican deporte en horario escolar a causa del ruido, aunque todos sabemos que es mucho más molesto un niño gritando «pásamela» a las cinco de la tarde que oír la música y los gritos de los clientes de un bar a las cinco de la mañana desde tu cama.
Saludos de un noctámbulo obligado.
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