Anita

10 de Febrero del 2025 - FERNANDO VIJANDE FERNÁNDEZ (CASTROPOL)

Sí, yo conocí a Anita y después a lo corto o largo de mi vida me he encontrado con muchos y muchas Anitas. Vaya mi recuerdo a todas esas personas que sufren el mal de la tristeza y la melancolía.

Anita era una chica en edad de merecer, pero nadie se fijaba en ella. La naturaleza no fue muy generosa con su físico. El estrabismo le quitaba intensidad a su mirada.

Ahí viene la bizca, decían unos; tienes que salir de noche, como las lechuzas, decían otros. Los cuchicheos y los comentarios al pasar no le ayudaban nada en su autoestima.

Anita se fue escondiendo y apenas salía de casa. Se puso gafas y la llamaban cuatro ojos, y le mandaban ir a la capilla de Santa Lucía para que corrigiese su defecto. Se metían con ella y la dejaban aparte y sola.

En el colegio sufrió maltrato de sus compañeros y una palabra que todavía no existía en los años sesenta (buying). La maestra, con cuarenta niños y niñas de todas las edades en la escuela, no tenía capacidad ni tiempo para detenerse en un caso que no entendía.

Anita enfermó de melancolía y el mal de la tristeza se adueñó de su mente.

Su padre, viudo, le decía para darle ánimos: Anita, ánimo, cualquier noche puede salir el sol, pero para Anita la nube negra se acomodó en su cama y la depresión era cada vez más profunda y empujaba hacia abajo ("deprimere" en latín).

En los años sesenta los tratamientos del mal de la tristeza eran muy precarios y los efectos secundarios muy acusados. Anita comenzó a tener una niebla mental en que a las palabras les costaba un montón salir, tenía miedo, y empezó a tener ideas que se habían equivocado de cabeza. De ahí a oír voces pasó un tiempo muy corto, y Anita lloraba y lloraba.

Anita acabó en un psiquiátrico donde el tratamiento de los trastornos de la personalidad y de la melancolía era todavía el electroshock cada dos o tres semanas, y aún hoy Anita, en su vejez en una residencia, llora y tiene miedo.

Es Anita la que llora, dicen las cuidadoras. ¿Por qué lloras, Anita? ¿De qué tienes miedo, Anita?

Por eso, reflexiono y me pregunto qué sociedad de mierda es esta con tanta técnica cuando somos incapaces de cogernos de la mano cuando lloramos y tenemos miedo.

Voy a poneros dos estrofas de una canción de Joaquín Sabina que reflejan muy bien hoy en día el mal de la melancolía y el mal de la tristeza:

Cuando cierro la casa

porque me siento herido

Cuando es tiempo perdido

preguntarme qué pasa.

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