La seguridad en algunos accesos al Carlos Tartiere de Oviedo
No es nuevo ni supone novedad alguna denunciar públicamente la situación que presentan las escaleras que, para salvar el talud de la Ería y aproximación al Carlos Tartiere, partiendo de la calle Ricardo Vázquez Prada (maestro de periodistas y oviedista de pro), depositan a los transeúntes en los aledaños del estadio, concretamente ante las puertas 17, 18 y 19, por citar las más próximas, a unos 30 metros del último escalón.
Estamos hablando de unos 100 peldaños, desnivel de unos 15 metros, en pasillo de 7 metros y un solo giro casi al final, que se convierten, cada jornada de fútbol del primer equipo, en una auténtica ratonera, ya que por un lado está el talud y por el otro un muro de hormigón, lo que supone mucho peligro para los usuarios en caso de que se produzca algún tipo de incidente o altercado.
Viene este comentario a cuento porque el día 11 de enero, fecha del derbi regional, se formó una aglomeración en esa zona, en la que varios cientos de personas, entre los que había muchos niños, quedaron atrapadas, sin posibilidad de moverse, debido a los reconocidos errores de protocolo de Delegación del Gobierno, Real Oviedo y Real Sporting de Gijón. Uno, por retrasos en la llegada de los equipos, y otros, por no responder los tornos de entrada ni las puertas habilitadas a las exigencias de uso ante tal aglomeración de gente, lo que se tradujo, como mal menor, en un retraso en la entrada al campo de más de 20 minutos para muchísimos aficionados. Ver que el partido comienza y que la gente no tiene garantizada la entrada al campo es un peligro, además de un despropósito. Gritos, ansiedad, histeria, nervios, y todo por negligencia de terceros que, para más inri, son los responsables y garantes de la seguridad de todos. No quiero ni pensar la que se hubiese montado si a alguien se le hubiera ocurrido detonar unos petardos.
Yo mismo me encontraba entre los afectados, y no miento si les digo que pasé cierto pánico porque cualquier detonante podría resultar fatal para la integridad física de muchos de los presentes. No había escapatoria.
Lo que empieza mal mal acaba, y ese acceso estuvo mal diseñado desde la inauguración del campo, en el año 2000. Entonces, cuando el Oviedo militaba en Primera División, el problema ya era preocupante; después, con los descensos y el calvario de las categorías inferiores, con menos afluencia de aficionados, lo cosa se difuminó un poco, pero estos últimos años, con un equipo capaz de dar el salto a Primera, vuelve el problema y falta la solución. Y esa solución no está en llegar al campo con mucha antelación, como están reclamando en cada jornada de riesgo. También sucede en otras jornadas. Decir eso es lo más cómodo para el legislador, pero un desaire para el aficionado. Hay que ir a la raíz del problema.
Y al hilo de esa raíz, creo firmemente, y es mi modesto punto de vista, que, analizados esos antecedentes, esa zona de acceso, como está ahora, no debe permanecer. No sé cuál puede ser la solución, pero, de seguir así, un día ocurrirá una desgracia y después ya será tarde para las lamentaciones.
Real Oviedo y Ayuntamiento, pónganse las pilas y que los técnicos en urbanismo diseñen algo novedoso, efectivo y seguro, sobre todo seguro. Además, hay puertas de entrada al campo que tienen un acceso restringido, mientras otras, como las de esa zona, no absorben fluidamente la masiva afluencia que les llega.
La próxima temporada, con la esperanza de un Oviedo en Primera, se necesitarán accesos acordes con la categoría.
En el año del ascenso, ¡Hala Oviedo!
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