Hay que recuperar el perdón y la reconciliación
Hay decisiones personales que pasamos de moda sin darnos cuenta cuánto perdemos al desechar algo que está en cada persona sin depender de nadie más que de uno mismo para tener la conciencia tranquila y ser más felices, como son el uso del perdón y de la capacidad de reconciliación.
Lo contrario sería el odio, el rencor y el enfado perpetuo, causado por una autolatría sin fundamento, que hace más daño que beneficio. Nada es tan grave como para no saber y poder perdonarlo. Es más, creo que la mayoría de enfados vienen dados por dichos y no por hechos. Todos podemos decir y hacer daño, no se crean a quien se dice perfecto, nadie lo es.
"Solo yo puedo juzgarme. Yo sé mi pasado, yo sé el motivo de mis opciones, yo sé lo que tengo dentro. Yo sé cuánto he sufrido, yo sé lo que es ser fuerte y frágil, yo y nadie más". Oscar Wilde. Que nadie hable por ti, nadie sabe más de ti que tú mismo.
"Solo yo conozco mi historia, solo yo puedo juzgarme, criticarme y aplaudirme e incluso flagelarme cuando fuera mi deseo, no por el deseo de nadie. ¿Qué sabe nadie de mi vida? Porque solo yo sé de mi pasado, conozco el motivo de mis decisiones y solo yo sé lo que llevo dentro, el daño que pude hacer y el que me hicieron. Soy consciente de cuanto he sufrido en silencio, de lo que significa aparentar fuerte y ser débil, tener miedo y aprender a superarlo; yo, solo yo. A veces es necesario esconder todo eso para proteger lo que amas, incluso a ti mismo. No es fácil cargar con culpas inexactas con las que otros te señalen con medias verdades, que siempre dañan más que una historia completa con la verdad por delante. Por ello, jamás digan a nadie lo que no les gustaría que se lo dijeran a ustedes; sea verdad, media verdad o mentira completa". Los chismorreos se sueltan, engordan de boca en boca y destruyen amistades y familias.
Una sociedad que no sea capaz de tener el perdón y la reconciliación como principal argumento a las disputas y desencuentros es una sociedad ególatra, triste y solitaria. Encadenada y condenada a litigios y confrontaciones de por vida por su egocentrismo.
Ningún otro placer es superior a una reconciliación.
El odio nos resta disfrute y alegría, la reconciliación nos da placer y ganas de vivir en paz con otros y sobre todo con uno mismo. No somos perfectos ninguno de nosotros para ejercer el odio y el rencor para siempre contra nadie.
Aprendan a perdonar y disfruten de las reconciliaciones.
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