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Un granito de arena para la resiliencia

18 de Febrero del 2025 - Luz M. R. Vidal

Siempre quise ser guía. Observaba con envidia el trabajo de cada guía local, que, en lugares más o menos remotos, se esforzaban por mostrar a través de sus gafas una realidad que de otro modo hubiera pasado desapercibida para mí.

Cuando viajo intento analizar conscientemente qué medio de transporte utilizaré, dónde me alojaré, quién me guiará, qué impacto provocará mi visita a una comunidad local, qué y dónde comeré, hasta dónde evacuaré. Por desgracia, ser consciente no significa tomar siempre las decisiones más compatibles con la sostenibilidad. Pero al menos intento que la balanza no se incline hacia el impacto negativo que, sin duda, también provocan nuestras acciones u omisiones como turistas y viajeros.

Podemos viajar al desierto del Gobi en Mongolia y dormir en un campamento gestionado por una multinacional extranjera, creado ex profeso para turistas, con comida occidental, ducha ¡en el desierto! e inodoro marca europea. O podemos alojarnos en modestas yurtas (allí llamadas gers) para complementar los ingresos de la población local, ajustando nuestro consumo de agua a la realidad medioambiental, consumiendo los productos locales y usando sus letrinas. Ambas opciones denotan muy diferentes grados de compromiso con la sostenibilidad.

Hace tan solo tres años que las Naciones Unidas decidieron dedicar un Día Internacional a la Resiliencia en el Turismo. A raíz de la crisis del covid-19, que dañó a tantas economías locales completamente dependientes del turismo, se tomó conciencia de la necesidad de ofrecer y consumir experiencias turísticas auténticas, que sean sostenibles y resilientes, de forma que los futuros embates de crisis climáticas y sanitarias no las lesionen de muerte. Un día internacional para reconocer que el sector turístico es una actividad multisectorial que puede contribuir al logro de buena parte de los objetivos para el desarrollo sostenible.

Reflexión con motivo del Día Internacional de la Resiliencia en el Turismo

Al final logré ser guía de montaña. Y en mi mochila siempre llevo el peso de la responsabilidad. Responsabilidad por compartir un tiempo que muchas veces formará parte de las experiencias vitales de muchas personas. Responsabilidad por ofrecerles actividades seguras. Responsabilidad por trasladarles una información veraz. Responsabilidad con mi entorno, con el medio ambiente y, por supuesto, con la población que habita los paisajes que recorro. Responsabilidad por mostrar con respeto nuestra cultura. Responsabilidad para que todos salgamos ganando, para que seamos sostenibles y resilientes.

Como guía que soy, y como socia de Mujeres de Empresa, comparto experiencias con muchas mujeres de la asociación dedicadas al sector turístico. Ya sea desde la restauración, hostelería y transporte o participando en la oferta cultural de nuestras localidades, viajando de mercado en mercado para ofrecer sus productos artesanales, creando publicidad, administrando redes sociales, gestionando nuestros requisitos administrativos desde una asesoría, facilitando que se oiga nuestra voz en los medios, solventando nuestros problemas legales, ofreciéndonos alimentos de calidad, poniendo en forma nuestro cuerpo y nuestra mente… Hablábamos del turismo como actividad multisectorial y de sostenibilidad, ¿verdad? Y de resiliencia.

No podemos pensar que el Día Internacional de la Resiliencia en el Turismo no va con nosotros. Porque rara vez no estaremos en un lado u otro de la ecuación, bien como empresa específica, como población local receptora de turistas, o como consumidores de servicios turísticos. Facilitar la resiliencia del sector implica no anular nuestra reserva de alojamiento si no lucirá el sol, acudir al mercado local con paraguas a pesar de la lluvia, aceptar el plan B si no hay nieve para nuestros esquís o raquetas… porque para que esos servicios estén ahí cuando los necesitemos, todos tenemos que poner nuestro granito de arena.

Luz M. R. Vidal es guía de montaña y asociada de Mujeres de Empresa

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