Respeto al fútbol femenino
En el año 2025 leer la noticia de los insultos a las jugadoras del Gijón Femenino es sencillamente lamentable. Yo he sufrido personalmente en los años 90 que me llamaran marimacho porque me encantaba jugar al fútbol con los niños. Lo que no me entra en la cabeza es que sigamos así hoy en día. Las chicas pueden jugar al fútbol. ¿Aitana Bonmatí qué es astronauta acaso? No, es futbolista, y sí, es mujer.
Sinceramente, los padres deben dar ejemplo, no vergüenza. Son niñas y como tales deben ser respetadas. ¿Qué pasa porque jueguen al fútbol? ¿Y si llevan el pelo corto? ¿Tienen la posibilidad de ser lesbianas cuando sean adolescentes? Quién sabe. Una cosa es la orientación sexual y otra cosa son los hobbies. En este caso, la práctica de un deporte de equipo.
El fútbol es el deporte rey. Gracias a nuestras internacionales de la selección femenina absoluta tienen referentes, aunque todo quedara empañado con el gesto deplorable de Luis Rubiales y su famoso beso a Jennifer Hermoso. Ellas son futbolistas profesionales. Ganan mucho menos que los hombres. ¿Por qué? Machismo.
Graves consecuencias emocionales para las niñas del Gijón Femenino.
Estas niñas están sufriendo. Tal vez no vuelvan a jugar al fútbol nunca más por los lamentables comentarios de algunos miembros de familias y cuerpos técnicos rivales. ¿No es un estereotipo acorde con su género que una niña juegue al fútbol? ¿En qué mundo estamos? ¿Por qué hay tanto odio? No lo entiendo. Estamos en el siglo XXI, aunque parece que volvemos a las cavernas.
Seguimos en la misma historia de siempre. Los niños visten de azul, juegan al fútbol, no lloran, son fuertes y tienen pene. Mientras las niñas visten de rosa, juegan con muñecas, son sensibles y utilizan maquillaje además de ropa femenina. ¿Todavía estamos así? Está claro que sí.
La educación y el respeto se han perdido desde hace muchos años tanto en las redes sociales, que son el cubo de la basura digital, como en las calles. La educación te la dan los padres, junto con nuestros maestros del colegio. Pero, por desgracia, el odio se ha instalado de forma perpetua en nuestra sociedad.
Esos padres y técnicos deberían volver al colegio, pero lo triste del asunto es que ya no están en edad de ello. Han perdido la educación y el respeto. Las niñas son niñas y si quieren jugar al fútbol, pues que jueguen. Tal vez más adelante jueguen con la selección española, y eso es un gran orgullo. Y los niños pueden ir a clases de ballet también. ¿Qué hay de malo en ello? Lo diferente no gusta, lo sé.
Basta ya de estereotipos de género. Ya está bien de masacrar a las niñas, jóvenes, adolescentes y todos aquellos que no siguen al rebaño. Juegan al fútbol y no hacen daño a nadie.
Rectificar es de sabios, dicen.
Álex Cuesta Rodríguez
Gijón
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