Sufro el Colegio de la Ería
Soy un vecino que tiene una piso justo enfrente al «polideportivo» que el Colegio de La Ería tiene en el patio; y entrecomillo polideportivo porque es una campana abierta por sus cuatro lados que por un mal diseño se convierte en un amplificador de sonidos que hace que un simple balonazo suene como si lo hubieran tirado justo en la pared de mi cocina; imagínense los gritos de los jugadores y de los que los jalean. Pero además, eso no ocurre sólo durante la jornada escolar, que por supuesto sería permisible y sólo duraría hasta la cinco de la tarde, sino que a partir de esa hora vienen a jugar adultos en los varios patios del colegio y del instituto colindante, juntándose a veces cinco partidos de diferentes deportes a la vez; el ruido no se lo imaginan. Pero dirán ustedes, bueno, los fines de semana serán tranquilos. Pues, no. Tenemos diferentes torneos, clase de patinaje con música, hockey, partidos de amigos, reuniones familiares, etcétera. Y si el recinto escolar está cerrado, pues nada, saltan la vallas y entran igual. Y ahora resulta que hablan de intereses particulares frente a intereses públicos. Así, CC OO dice que restringir el uso del patio afecta gravemente a la comunidad escolar. Desde aquí reto al sindicato a que vaya cualquier día por las tardes y los fines de semana y que encuentre entre todos los partidos que se juegan alguno que se juegue entre miembros de la comunidad escolar. Ahora mismo, sábado 5 de febrero, a las 17.22 horas, están jugando dos partidos, uno en el «polideportivillo» y otro en el patio de instituto colindante, y os puedo asegurar dos cosas: el ruido es muy fuerte y de escolares tienen lo que yo de Lagarterana. Los padres de los alumnos quieren que sus hijos hagan deporte, pues claro y nadie puede estar en contra, pero que comprendan que simplemente arreglando ese polideportivo y evitando que venga todo Oviedo a jugar al colegio de sus hijos, a todas horas, incluso de noche, destrozándolo, se compaginarían sus intereses con el derecho de los vecinos al descanso. Y al juez que cree que no se acreditan prejuicios le daría una idea: por las noches no suele venir gente, así que ¿por qué no permitir que se hagan botellones?, así el interés general de una mayoría también estaría asegurado frente a unos cuantos «vecinos quejicas».
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