Vergüenza de listas de espera
Hace más de cuatro meses que tengo un problema de salud y me impide trabajar. Desde el primer momento acudí, como es normal, a mi médico de cabecera y ahí comenzó una interminable espera que paso a contar.
Durante cuatro meses, fui al centro de salud y, como la vacante de mi médica de cabecera no se cubría, tuve que volver a contar mi historia, más de una vez, a quien pudiera atenderme. Me citaban a seis meses para la primera cita en Traumatología y, tras consulta, mes y medio para las posteriores. Los mismos seis meses de espera para que me atienda el servicio de Rehabilitación y dos meses para hacer una resonancia. Y ya, el colmo, dieciocho meses para que me atienda la Unidad del Dolor, más luego ponerse a la cola para los posteriores tratamientos. A día de hoy, ni me ha llegado el turno de rehabilitación, ni, por supuesto, he tenido consulta con la Unidad del Dolor.
No pretendo pasar por delante de nadie, pero en cada fase he realizado la correspondiente queja en Atención al Paciente, que muy amablemente me han atendido e informado de cómo intentar que se me atienda antes. Las personas que me he encontrado en cada servicio han sido muy profesionales y atentas; pero, como yo, no salen de su asombro y les resulta imposible darme un tratamiento a tiempo, por la nefasta gestión o la "no gestión" de unas listas de espera vergonzosas.
Cuando estamos enfermos, esperamos que nos ayuden en un tiempo razonable y que no nos atiborren a pastillas como única solución hasta llegar al tratamiento adecuado.
Mi crítica va dirigida a nuestros representantes políticos, a quienes se les llena la boca con la magnífica gestión de nuestros servicios de salud y se dedican a contratar a un gran número de asesores y a nombrar directores generales para solucionar una situación que mejoraría con la implementación de más medios personales y técnicos que apoyen la atención sanitaria y puedan estar con quien lo necesita: el paciente.
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