Josefa de Horta
En la casa de Josefa de Horta, aunque no eran musulmanes y, según la Iglesia y el catecismo, eran cristianos por la gracia de Dios, hacían el ramadán todos los días. Comían una sola vez al anochecer. No había más que caldo de berzas con un poco de unto y con alguna patata olvidada que flotaba en el agua y se escabullía en la boca del primero que la encontraba.
Josefa tenía nueve hijos, el más pequeño sin dientes y los ocho restantes llegaron todos uno detrás de otro cada año como las flores en primavera.
Después de cenar, como el caldo no llevaba nada de sustancia y sus hijos tenían hambre, les preparaba a cada uno una taza de infusión de reina luisa para que amortiguara un poco el ruido que hacían las tripas en la barriga.
Dormían todos los hijos juntos en una habitación y en la otra dormía Josefa con su marido, que llegaba casi siempre borracho y con ganas de juerga a altas horas de la noche y se le iba la mano de vez en cuando.
Después de tomar la infusión de reina luisa les hacía Josefa rezar a los niños el "Jesusito de mi vida", un "Señor mío Jesucristo" y, a continuación, el rosario con los misterios dolorosos para que vieran lo que sufría Cristo por nuestra culpa. Al mismo tiempo también rezaban por España y para que la comunista Rusia se convirtiera al catolicismo. Alguno de los niños se dormía en la primera "Ave María". (Tengo que deciros que anteayer estuve en Oviedo y encontré un grupo de gente en la calle Uría, unas ocho personas bien elegantes rezando el rosario por España delante de una bandera inconstitucional, pero, bueno, cada uno puede rezar por quien quiera y donde quiera).
El hijo mayor de Josefa, Joselín, quería emigrar al África tropical y pensaba ir a Guinea Ecuatorial ya que allí hablaban el español, pues escuchara un día en la radio en la casa de los ricos de la Louxa una canción que decía:
"Yo soy aquel negrito
del África tropical
que cultivando cantaba
la canción del Cola Cao.
Y como verán ustedes
les voy a relatar
las múltiples cualidades
de este producto sin par.
Es el Cola Cao desayuno y merienda...".
Pues resulta que Joselín, que no desayunara ni tampoco merendara, sentía unas ganas enormes de probar el Cola Cao que cultivaba el negrito tropical; además, pensaba Joselín que él no iba a desentonar nada en África ya que también era muy moreno. Asimismo, le gustaban los monos, quería verlos, y se acordaba de un mendigo que venía pidiendo por las casas y traía un pequeño mono que le cogía la gorra y se subía a los árboles dando cabriolas y agarrándose con manos y pies. Cuando Joselín intentó imitarlo no le salió bien la cabriola y se cayó del árbol, quedando el pobre malherido y con fractura de una pierna.
Joselín no pudo cumplir su sueño de viajar a África y ver los monos y también tomar el Cola Cao en el desayuno y la merienda, pues Franco y el ministro Fraga le concedieron la independencia a Guinea Ecuatorial y, aunque más tarde le tocó hacer la mili en Ceuta, en África, no era lo mismo.
Allí no había monos ni Cola Cao.
De Josefa... ¿qué os voy a decir? Aparte de cuidar y enderezar un montón de hijos, cuidó durante toda su vida al marido borracho, holgazán y maltratador que no había quien lo enderezara.
Josefa no celebraba el 8 de Marzo. Josefa no quería que la felicitasen, ¿para qué? Tampoco sabía por qué tenían que hacerlo, todos los días era el mismo trabajo. Josefa no era feliz, aunque tampoco entendía qué era ser feliz, pero era lo que le tocó hacer en esta vida. Resignación cristiana enseñaba la Iglesia.
Yo también pienso que no hay que felicitar a nadie por ser mujer. Entiendo y me gusta que haya un día que conmemore la eliminación del maltrato a la mujer, pero de eso a felicitarla, como que no.
¿Cuántas Josefas hubo y cuántas Josefas quedan todavía hoy en todo el mundo?
Con todo lo que progresamos y hay algunos que siguen haciendo lo mismo como si disfrutaran de una herencia irrenunciable.
8 de marzo. Día Internacional de la Mujer.
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