Prohibido jugar a la pelota
Soy un vecino por razones profesionales de la céntrica plaza del Fresno, anteriormente conocida como plaza de la Gesta, y que desde ahora, y por los motivos que paso a exponer, debería llamarse plaza del Alcornoque.
Todos los días, los alumnos de un colegio próximo, de unos 15-16 años de edad, cuando el tiempo lo permitía, jugaban una "pachanga" de unos 15-20 minutos, en torno al mediodía, en su rato de recreo, en la plaza antes mencionada; por las tardes, también había "competiciones" de pelota, pero, en este caso, de edades más tempranas. Tengo que decir que disfrutaba desde mi ventana viendo a esos chavales correr, jugar, alguno caerse... en fin, vivir la vida.
Cuál será mi sorpresa cuando el miércoles 5 de marzo aparecen tres carteles, situados estratégicamente, donde se prohíbe jugar a la pelota en la plaza con el anagrama del Ayuntamiento de Oviedo; desconozco cuál es la razón de esta prohibición (entiendo que quejas vecinales, ruidos, o no quiero pensar que sea la proximidad del domicilio de algún concejal de Seguridad del propio Ayuntamiento).
Propongo como medida adicional que se prohíba también hablar en tono alto, socializar unas personas con otras, no hacer grupo de más de tres individuos... En fin. Estamos acabando con una forma de socializar y esparcimiento tan saludable que estoy seguro de que estos chicos, a partir de ahora, se sentarán en los bancos de la plaza con sus móviles, sin hablar y alternando en redes sociales. A nuestros políticos se les llena la boca con que hay que acabar con la obesidad infantil, con la adicción a los móviles, y, cuando tienen la primera oportunidad, meten la pata.
De todas maneras, esta medida no es nueva; me recuerda a la expresión que apareció en la iglesia ovetense de San Isidoro: "Prohibido jugar a la pelota en este sitio ", después de su restauración y que, al parecer, data del siglo XVII; podemos pensar que se trata de uno de los primeros grafitis de la historia. Pues bien, en origen esta inscripción iba dirigida a los alumnos del Colegio de los Jesuitas, que ocupaba el lugar donde se encuentra el mercado del Fontán, y que, como los carteles actuales, querían mantener las restricciones de las autoridades, para mantener el orden y el respeto en áreas públicas, especialmente cercanas a edificios religiosos.
Espero que la autoridad recapacite y se tengan en cuenta las necesidades de todo el mundo, aunque, sinceramente, no soy muy optimista.
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