Tiempos de barbarie, horror e indolencia
Nunca antes los grandes mercaderes de la guerra se habían atrevido a llegar tan lejos, ni tampoco nunca su desbordada codicia se había mostrado tan obscena como ahora.
En las siempre veladas trastiendas del incontestable poder real -el económico- es donde invariablemente se han venido dirimiendo los más oscuros intereses de la todopoderosa industria armamentista. Total y absolutamente indolente ante los sangrantes panoramas de horror y dolor humano, no ha cejado en promover y alimentar cuantos conflictos bélicos les han interesado a lo largo del tiempo.
En su burlón e insultante cinismo, las máscaras verbales empleadas para desfigurar la realidad de su catadura moral no tienen desperdicio. Todo se hace orbitar alrededor de ese concepto tan voluble, elástico y manipulable como el de la “defensa”. Nada de cuanto los voraces lobbies del armamento trafican es para atacar a nadie -dicen ellos y sus amamantados avalistas-, sino que todo es en pro de la “defensa” de la democracia, de la libertad, de los “impolutos” valores occidentales y de cuantos remanidos mantras de similar credibilidad se les ocurren para cada ocasión.
Pero no están solos esos belicistas en su descarnado propósito, ya que toda una legión de voceros a sueldo, mercenarios de todo pelaje y títeres mediáticos están en perenne labor de blanqueo de intereses y de adoctrinamiento de masas, intoxicándolas informativamente con sus engañosos mensajes y adormeciéndolas después tras sumirlas en la incertidumbre, el desconcierto y la impotencia.
Mientras, en las altas esferas de los trasiegos políticos más inconfesables, radicadas a uno y otro lado del Atlántico, no se pierde ocasión ni oportunidad para azuzar el belicismo más criminal. Ucrania y Gaza son ahora dos de sus más hirientes ejemplos, además de sus más lucrativos negocios.
Así, toda una caterva de psicópatas -incapaces de empatizar con nada ni con nadie, ni de condolerse lo más mínimo ante el dolor ajeno- transitan afanosamente por esos delegados centros de poder que constituyen el multiforme ámbito de la política, urgiendo a los subsidiarios “mandarines” de turno a que redoblen y multipliquen los presupuestos para la “defensa”. Nada importan, ni a unos ni a otros, las drásticas reducciones que en esos presupuestos se contemplen para la sanidad, la educación o la asistencia social, ni que esa inaceptable y desgarradora vergüenza que es la pobreza infantil se consolide como una lacra y afecte ya a más del 25% de los niños en este país. Las prioridades, para quienes verdaderamente mandan y gobiernan, son otras.
Pero aquí no debemos de preocuparnos por minucias, ya que ese gobierno “progresista” que nos hemos dado en las urnas tiene muy claro cuáles son sus prioridades. Sin contar ni con Dios ni con el diablo, hace todavía pocos días, dispuso una donación de 1.000 millones de euros a Ucrania para la compra de armamento, ya que parece ser que es de lo más necesitado que está ese país en estos momentos, aunque ya sea un derruido solar buena parte de él. Así que todo ese dinero para la guerra y sin que rechistase ninguno de sus colegiados miembros, por muy de izquierdas que presuman de ser algunas y algunos de ellos.
Por tanto, si la credibilidad es el mayor activo -además del más escaso- que se puede atesorar en el ámbito de la política, está más que claro que este gobierno, que con tanto empeño nos desgobierna, se encuentra sumido en la más absoluta de las indigencias.
Luis García Oliveira
Gijón
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