8M: si me dejan digo lo que piensa mucha gente
Lo que voy a describir es con todo mi respeto hacia las mujeres en general. Pero alguien debe decirlo sin menospreciar a nadie. Cuándo alguien se siente aludido el sesgo lo tiene él. Es igual que cuando denuncian uniformes y formas de vestir a las azafatas, enfermeras, colegialas, camareras... lo último en un Hotel de Madrid, dicen que por imponer uniformes "con connotaciones sexistas" a sus trabajadoras. Les diré algo, la perversión está en los ojos que lo miran así; los uniformes no son sexistas, lo son vuestras mentes.
El lema de la manifestación de este 8M, ya en sí, debería quedar como un pasacalles sin fundamento, pero bueno, cogieron el ritmo de la desproporción reivindicativa y tendremos que soportarlo todos los años.
Quien hizo ese lema está como una tocha. Ahora dicen que les "quieren quitar los derechos que consiguieron sus abuelas" cuando todos estos años decían luchar por la desigualdad y mismos derechos que no tenían; aclarando, ¿tenían o no tenían esos derechos de cuando sus abuelas? Si los tenían, llevamos veinte años soportando una reivindicación inventada e impostada con grandes beneficios personales que dan buen dividendo en cargos y presupuestos. No soltarán esa mina que encontraron manipulando a las mujeres cándidas, las otras sé que no se dejarán llevar en rebaño por tener preparación, personalidad y criterio propio.
Ustedes si quieren salir de procesión y jolgorio pueden hacerlo sin rebajarse de ese modo. Las mujeres en este país tienen exactamente las mismas oportunidades de estudiar y trabajar en lo mismo que cualquier hombre. No manipulen voluntades. Llorar por cuotas es una manera de desprestigiarse a sí mismas, es sentirse inferiores, es buscar privilegios, no igualdad. La mujer que vale, la capaz, no pide paridad, demostrará por sí misma hasta dónde está su límite en todo, por supuesto más arriba de ninguna igualdad con nadie. O incluso sintiéndose feliz allá donde es su deseo, que igual no coincide con el de las asesoras espirituales, los seres de luz y verdad, con estas feministas dispuestas a sacar todo el jugo a desprestigiarse a sí mismas y a todos los hombres, convirtiéndolos en un obstáculo para las mujeres. Es que no se dan cuenta de que están despreciando a su padre, sus hermanos, abuelos y, por supuesto, a su pareja. Pues todos estos hombres marcados a fuego por lo que hagan unos pocos se dejan convencer y van a esas manifestaciones donde les señalan a ellos como artífices y culpables de que la mujer no alcance los objetivos imposibles que por ella misma jamás lograría por falta de preparación y disposición. Es que es un contrasentido toda esa folclórica reivindicación, que, duele repetirlo una y otra vez, mujeres: la igualdad no se pide, se demuestra.
A las feministas después de lo de Errejón y Monedero ya nos les queda razón, no denunciaron a sus líderes sabiendo todas ellas del proceder por el que invitan a otras a denunciar.
Son la hipocresía elevada al cuadrado.
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