La vergüenza
-Pero ¿no te das cuenta de lo que has hecho?
-Bueno, yo, yo no pensé que pudiera pasar nada, estaba distraído, se me fue la mano y ni cuenta me di y, claro, pasó lo que pasó.
-Nunca piensas en nada, y así nos va con todo y a ver ahora cómo lo arreglamos.
-Bueno, no te pongas así, ya salimos de cosas peores, además todo tiene arreglo en esta vida, menos la muerte.
-Sí, sí, claro, la muerte, pues te voy a decir una cosa: esto es mucho peor que la muerte, pues cuando te mueres descansas y ya está, pero esto nos perseguirá siempre como si fuera una ignominia que habrá que cargar con ella toda la vida, esto nos señalará en el barrio y todos los vecinos nos mirarán de reojo. Además, justamente en el preciso momento que entró la cartera con un certificado y lo vio y oyó todo con pelos y señales, pero, bueno, no sé cómo eres tan inconsciente, es que no lo puedo creer, y que además no lo hayas pensado ni siquiera un poco.
-Bueno, no sé dónde tenía la cabeza, estaba tan ensimismado que no sé cómo pasó, intentaré no hacerlo la próxima vez.
-Es que no puede haber próxima vez, no puede haberla y no te pongas con esa cara de mártir, que pareces un Cristo en el Calvario, no me digas que no sabías lo que iba pasar y no llores, eh, no llores, porque tenías que pensarlo mucho antes de hacerlo.
-La verdad es que no lo pensé mucho y me entraron ganas y estuve entre que sí y que no, y no creas que no lo dudé muchas veces antes de hacerlo, pero, claro, sucumbí a la tentación del demonio y mordí la manzana, no creas que no me acordé de lo que pensarán nuestros hijos y sobre todo nuestros nietos cuando lo sepan, y lo siento mucho, yo sé que no tengo perdón de Dios por mucho que me arrepienta, pero ahora ya no tiene arreglo.
-Además, con lo cuidadosos que somos siempre para estas cosas y tuvo que suceder precisamente hoy, ¿qué dirán nuestros amigos? ¡Qué vergüenza, Dios mío!, dónde se vio, no sé si salir a la calle, pero si salgo por la mañana voy a cubrirme la cabeza para que no me reconozcan. Es que dan ganas de morirse para olvidarlo todo. ¡Qué vergüenza!
-Bueno, no te pongas así, perdona, yo también estoy apenado, lo siento mucho, si quieres intento arreglarlo y que quede como estaba antes.
-Es que ya no tiene arreglo, ya lo sabe toda la gente, ya se dio cuenta todo el mundo, estamos en boca de todos y nos van a señalar con el dedo, es muy difícil arreglarlo.
-Bueno, anda, te explico lo que pasó. Es que estaba sentado en el sofá medio dormido y no sé cómo fue, estaba distraído, cogí el mando de la televisión, se me fue el dedo y puse el telediario de Antena Tres, pero jamás de los jamases, te lo juro, vuelvo a poner el telediario de Antena Tres. Una y no más. Lo juro por mis nietos. Jamás.
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