¡Hasta siempre setenta, bienvenido setenta y uno! (1ª parte)
Hoy dejo balance de mis 70 años de vida.
El 14 de marzo cumplo 71 años, ese es el mejor regalo que la vida me hace. Todo un privilegio haber llegado hasta aquí con momentos vividos, buenos, regulares, malos, pésimos y malísimos, pero eso forma parte del peaje que tenemos que pagar por estar vivos.
Llegar a mayor tiene sus pros y sus contras, ves todo con más claridad, ahora sé que no todo es oro lo que reluce, que hay mucha hipocresía, mucho manipulador, mucho trepa, mucha envidia, mucho fantasma. No gusta que la mujer tenga su propio criterio, que piense por ella, no por lo que digan los demás; al patriarcado eso le descoloca. Pero lo peor es darte cuenta que en realidad nunca conoces a las personas.
Aunque parezca una contradicción, es verdad que de las cosas negativas se aprende mucho. En mi juventud pensaba que todo el mundo era bueno, bien es cierto que aquella época nada tiene que ver con la actual; de aquella había respeto hacia los maestros, los padres, los abuelos eran los sabios donde buscar consejo, se les consultaba todo, no como ahora que se les tiene en cuenta solamente para aparcarlos en residencias mortuorias.
Siempre he celebrado mis cumpleaños con alegría y sin ocultar jamás la edad.
Dicen por ahí:
Si una mujer no tiene miedo a decir su edad, no tiene miedo a nada.
Como decía, siempre he celebrado mis cumpleaños, hace muchos años celebraba el mío y un día antes el de mi hermana, nos llevamos cinco años y un día.
Lo pasábamos muy bien, eran momentos prestosos recordando anécdotas de cuando éramos niñas y no tan niñas.
Estas celebraciones ya no las hacemos, pero me gustaría volver a celebrar juntas los que nos queden por vivir.
Un cumpleaños que no olvidaré nunca ha sido cuando cumplí 69 primaveras. Fue apoteósico, a lo grande, parecía una boda gitana, rodeada de amigos y de las compañeras y compañeros de los talleres de teatro, tengo vídeos y fotos guardados que cada vez que los visualizo me carga las pilas.
Otro cumpleaños inolvidable fue el del año pasado, me acompañaron tres amigas, y lo pasamos de cine, compartimos mesa, charla, risas y... hasta aquí puedo leer.
No podemos ser un libro abierto para todos, porque según dicen por ahí: “Algunos apenas saben leer, otros no saben interpretar y habrá alguien que te arrancará más de una página”.
Este cumple creo que va a ser completamente distinto, nada que ver con los anteriores, pero seguro que también me dará una nueva lección que atesoraré como esos frasquitos de esencia que me acompañan imaginariamente y me transmiten tanta paz.
Hace muchísimos años alguien me dijo: “Todos venimos a este mundo con una misión y la tuya es cuidar y velar por que tu hijo sea todo lo feliz que es y mucho más; él te enseñara y tú aprenderás, ambos os retroalimentáis el uno de la otra”.
Otra cosa que me impacto fue cuando me dijo: “Desprendes tanta fuerza que se me eriza el vello, todo lo que te propongas lo vas a conseguir”.
Con el paso de los años en algo tengo que darle la razón y es que cuando comencé a escribir de jovencita, eran escritos de humor, escritos que dedicaba a mi padre, a mi hermana, a Rosi mi amiga de toda la vida.
Pero cuando vi cómo a mi hijo lo rechazaban por ser “diferente” comencé a escribir sobre la discapacidad, o como me gusta decir DC.
El tema fue a más cuando escribí referente al incierto futuro que le esperaba a mi hijo cuando los padres ya no estemos, en unos años todo dio vuelta y paso a ser un tema mediático, a eso ayudó el ser nombrados ambos “Corveranos ejemplares”, nos entrevistaron en la televisión y también en los periódicos.
Es cierto que también recibí alguna crítica porque me decían que estaba exponiendo mucho a mi hijo, y era verdad. Pero si no exponía lo que había, nadie se iba a enterar. Ya sabemos que de lo que no se habla es como si no existiera.
Tanto en las clases de percusión como en los talleres de teatro iba dando mítines para informar y mostrar en ambos sitios la otra realidad que vivimos a diario.
Cuando mi hijo comenzó a los talleres de teatro, el gerente de Cultura me invitó a que yo también participara, así Tono se sentiría arropado ante algo nuevo para él; siempre digo que soy su telonera, y me siento muy orgullosa de serlo, aunque creo que ya no necesita refuerzo, porque eso se lo dieron todos/as los compañeros y nuestro director, Adolfo Camilo.
He sido su abanderada, su guía, su compañera en el camino, y me siento muy orgullosa de haberle apuntarlo a toda clase de actividades desoyendo a los agoreros que siempre me decían que todos tienen un techo y una vez llegado ahí se acabó...¡Mentira!, nunca se sabe hasta dónde pueden llegar.
Dentro de sus discapacidades, hay capacidades asombrosas, lo que ocurre que si hacemos caso a algunos profesionales y a gente que no vive nuestra realidad pero se pone a darte lecciones, apaga y vámonos. Por eso siempre digo DC, en realidad todos tenemos DC, lo que ocurre es que de eso nadie se da cuenta, en fin...
Mi misión principal en este mundo es ser cuidadora de mi hijo, estar a su lado hasta el último minuto de mi vida, porque solamente él es quien me ayuda a seguir levantándome cada vez que he caído, él es el timón de mi vida.
Él es el faro que ilumina mi camino, ese camino tan corto que me queda por recorrer.
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo

