¿Dónde están las mujeres en la multilateralidad?
El 31 de octubre del 2000, el Consejo de Seguridad de la ONU adoptó la Resolución 1325 sobre los efectos de los conflictos armados en las mujeres y las niñas. En sus considerandos, el Consejo reconoció que las mujeres y los niños constituyen la inmensa mayoría de los perjudicados en los conflictos armados y enfatizó la importancia de las mujeres y su perspectiva no solo en lo operativo, sino en la toma de decisiones sobre la prevención y solución de conflictos y la consolidación de la paz.
Dieciocho años después el secretario general de la ONU reportaba con preocupación que entre 1990 y 2017 solo el 2% de los mediadores, el 8% de los negociadores y el 5% de los signatarios y testigos en los procesos de paz habían sido mujeres. En 2021 volvía a sonar alarmas diciendo “las mujeres permanecen en la periferia de los procesos de paz formales y están en gran medida excluidas de las salas donde se toman decisiones” pese a que, según datos de la propia ONU, cuando las mujeres participan en negociaciones de paz, la posibilidad de que esta se mantenga durante más de quince años se incrementa un 35 por ciento.
Epígrafe: La participación femenina en las decisiones multilaterales
Destacado: Cuando las mujeres participan en negociaciones de paz, la posibilidad de que esta se mantenga durante más de quince años se incrementa un 35 por ciento
Siendo esto así, y puesto que entre el 2017 y el 2025 las condiciones globales de paz y seguridad se han deteriorado significativamente, es evidente que los organismos internacionales y los gobiernos no pueden permitirse estos niveles insignificantes de representación de las mujeres en las negociaciones internacionales de más alto nivel, no solo de paz, sino de prevención de conflictos: de ello depende la calidad y durabilidad de la paz que recobremos.
Pero rescato las reflexiones de la mediadora profesional argentina Graciela Tapia: Ningún objetivo se consigue simplemente aumentando la cantidad de mujeres negociadoras. El cambio requiere la calidad de la participación femenina en las decisiones multilaterales. Para alcanzarla es indispensable valorar las competencias y perspectivas que las mujeres traen consigo y escuchar sus voces sin condescendencia ni victimización. Para que su presencia tenga efecto, la selección de mediadoras y negociadoras debe liberarse del estereotipo de la diplomacia por imposición, de otro modo la diversidad es solo apariencia. Para “dejar de contar mujeres y hacer que las mujeres cuenten”, la diplomacia tiene que abrirse a nuevas definiciones de liderazgo e influencia que capitalicen la condición y experiencia de las mujeres.
La primera responsabilidad de que esto suceda recae, precisamente, en ese 2% de mediadoras y ese 8% de negociadoras multilaterales exitosas que pueden respaldar las decisiones de nuevas activistas, economistas, abogadas, trabajadoras sociales de todas las culturas y todos los estilos de vida. No hace mucho, se celebró el Día Internacional de la Mujer en el Multilateralismo: evoquemos el ejemplo de mujeres como Eleanor Roosevelt, cuyo papel en la negociación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos fue fundamental, y que aportaron desde su condición de mujeres y no a pesar de ella. El mejor acuerdo internacional es el que contempla con equidad las necesidades de todos y se construye con la dignidad de cada ser humano en mente. Desde Mujeres de Empresa nos unimos a todas las mujeres que cada día trabajan por el entendimiento entre los pueblos y las culturas y que construyen paz duradera para todos y nos apoyamos para que alcanzar mejores roles de decisión en todos los ámbitos y que, por fin, la presencia de las mujeres en la multilateralidad no sea una causa, sino una realidad.
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