En la Universidad pública no se puede impedir hablar a nadie
Esta vez es Olona, en otra ocasión fueron otros, y si no ponemos freno a esta anomalía estudiantil serán muchos más a los que se les trate de cerrar la boca allí donde a nadie se le puede prohibir hablar, dicen que por "discursos de odio". ¿Quién se toma el atrevimiento de sentirse autoridad para, en una Universidad pública, antes de escuchar a nadie, prohibirle hablar cuando está invitado a una conferencia o debate? Ustedes en las réplicas, intervenciones de palabra o en análisis posterior decir lo que piensan al respecto y denunciar si fuera el caso, pero no es concebible censores en la cuna del aprendizaje, del entendimiento, de las discrepancias y la controversia sana. A nadie obligan a estar, cuando hacen un escrache a una persona están impidiendo que quien la quiera oír no pueda escucharla. Ya en sí esa forma de manifestación es hitleriana, es fascismo puro. Demuestra que ustedes temen que muchos compañeros suyos acudan a escuchar a esa persona a la que ustedes, con rasgos de odio e intolerancia, pretenden impedir hablar.
¿Quién puede hablar en esa Universidad? Seguro que ninguno perteneciente a ideologías contrarias a la de los niñatos estudiantiles, así decía la portavoz; ni Vox ni PP ni ninguno que se le parezca. Con lo cual, estamos de nuevo ante un jarabe democrático como aquel de Podemos e Iglesias. Cuando lo hacen ellos a los demás... Luego, cuando se lo hicieron a él en el casoplón, era persecución y delito.
La intransigencia de la gente llega a límites no permitidos. Ese discurso de odio o ese delito de odio es simplemente ideología inversa. El odio es un sentimiento que uno tiene, es pasión, no hay que confundir pasión con acción, pasar a la acción ese pensamiento o incluso expresarlo de forma inequívoca insultante también puede, por supuesto, ser delictivo. Pero es que ahora todo es delito de odio; no, señor, yo le puedo decir a usted que no me gusta, incluso que es un estúpido o indecente por algo que ha hecho mal, esto no es odio, es sinceridad, es libertad de expresión. Lo que no le puedo decir es que ojalá lo maten, eso ya sobrepasa límites permitidos entre individuos racionales. Otra cosa es calumniar, que sí sería delictivo.
Se me escapa la posición de los rectores de la Universidad, la de los profesores y, por supuesto, la de la Policía cuando está ante energúmenos que impiden hablar a base de intimidación, amenazas e incluso el uso de la fuerza grupal.
No es entendible tanta tolerancia y permisividad. ¿Qué mundo estamos construyendo?
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